La Vanguardia (1ª edición)

Queridísim­os verdugos

- Joaquín Luna

Gerd Torpedo Müller padece alzheimer y en su casa, el Bayern de Munich, han optado por anular un homenaje en su 70 aniversari­o, el 3 de noviembre. ¡Te odiábamos tanto! Dicen que el fútbol es un lenguaje universal. Yo lo que sé –y lo sé porque lo sufrí– es que el fútbol sólo hablaba alemán en el decenio de los setenta. Y aquello tenía poco de fiesta: la hegemonía de Alemania era una aplastante lección de realismo, indeleble para los adolescent­es de la época.

Ya podía uno madrugar y madrugar mucho. Ya podía creer en la furia española o la naranja holandesa. Ya podía soñar con la llegada del séptimo de caballería. Al final, el séptimo de caballería nunca llegaba. Los alemanes, en cambio, siempre estaban ahí: Mundial de 1974 y las tres copas de Europa consecutiv­as del Bayern (1974, 1975 y 1976).

Aquí no termina la cosa. Teníamos una explicació­n (y era falsa).

Los alemanes ganaban al fútbol porque desayunaba­n tostadas con mantequill­a de vaca alemana. Porque eran rubios y no de tinte. Y, sobre todo, muy altos. En España, ser alto siempre ha dado prestigio (Miguel Muñoz, empleado fiel del Real Madrid y selecciona­dor nacional, legó una perla celtibéric­a: “Mis jugadores son bajitos porque les pesaban mucho los cojones y no han crecido). Los alemanes dominaban el fútbol porque eran muy altos, muy fuertes y muy físicos.

¿Y quién nos chafaba la guitarra y desmontaba la sandez? Gerd Torpedo Müller: 1,75 de altura, físico mediterrán­eo y, a diferencia de sus compañeros, un ariete que reducía el campo a dos palmos. Ni zancada majestuosa, ni cabalgada de valquiria ni físico de nibelungo –la prensa de la época era muy dada a motes–: Müller reunía toda la picardía, la intuición y el olfato –en resumen, el gol– que los perdedores negábamos al fútbol alemán. Era el latino llamado a desmontar la teoría victimista de que Alemania ganaba por físico, como si el balón les fuera ajeno.

Naturalmen­te, Gerd Müller era el villano entre villanos. El tipo que se colaba en las fiestas –de los demás– para chafarlas. ¿Quién terminó con el sueño de la naranja mecánica de Cruyff? Minuto 43: gol de Müller (el 2 a 1, inamovible). ¿Quien forjó la leyenda trágica del Atlético de Madrid? Dos goles de Müller en el segundo partido de la final de la Copa de Europa del 74.

Al cabo de la calle, siempre aparecía Gerd Müller, cazador de goles, terrenal y tan efectivo...

Hoy, uno sabe que todo eran excusas de mal pagador: pocas veces hemos visto un fútbol más solidario y equilibrad­o. Y, no, nunca olvidaremo­s los goles del gran Torpedo.

Ni furia ni naranja, el séptimo de caballería nunca llegaba y Alemania –con gol de Müller– siempre estaba ahí...

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain