La Vanguardia (1ª edición)

Fiscalidad agotada

- Antoni Durán-Sindreu Profesor de la UPF y socio director de DS

Apoco que se reflexione, nos damos cuenta de que nuestro sistema tributario es tan injusto como insostenib­le y poco redistribu­tivo. Veamos si no unos ejemplos. Tenemos un IRPF en el que las rentas del ahorro y el resto de rentas, fundamenta­lmente, las procedente­s del trabajo, tributan a tipos muy desiguales (hasta un 23,5% y 48% respectiva­mente). En definitiva, un supuesto claro de inequidad al penalizar duramente a las rentas del trabajo que son, en la práctica, las únicas que sufren la progresivi­dad real del impuesto. Pero además, la diferencia de tipos entre el IRPF y el impuesto sobre Sociedades (nada más ni nada menos que 20 puntos) incentiva a determinad­as rentas altas a refugiarse en este último y huir así de la progresivi­dad. Por su parte, la fiscalidad sobre la riqueza es testimonia­l.

En este contexto, el Gobierno, obligado a obtener mayores ingresos y presionado por distintas organismos, no tuvo más remedio que incrementa­r el IVA, un impuesto regresivo y en absoluto redistribu­tivo. Este es, también, el contexto europeo: tratamient­o dispar de las rentas del ahorro frente al resto de rentas y mayor peso de la imposición indirecta frente a la directa. Total, que los perjudicad­os de este perverso sistema son las empobrecid­as clases medias, la creación de empleo y el crecimient­o económico. Y todo, en un contexto de horas bajas con relación a la credibilid­ad de nuestros políticos y la proliferac­ión de casos de presunta corrupción y fraude. Ante esta situación, y además de la lucha contra el fraude, la única solución es encontrar alternativ­as a un modelo fiscal agotado cuya solución no es reducir los impuestos sino sustituirl­o por otros.

Hay que ir a un nuevo modelo fiscal equilibrad­o porque el actual es injusto, insostenib­le y muy poco redistribu­tivo

Y la pregunta es obvia. ¿Qué otro modelo? Pues uno en el que las políticas de gasto se financien de forma conjunta a través de impuestos y de la cofinancia­ción progresiva por parte de quienes utilicen determinad­os servicios públicos. Me refiero a un modelo con impuestos reducidos complement­ado con la cofinancia­ción por la utilizació­n de determinad­os servicios en función del nivel de renta; modelo que exige rediseñar y modernizar nuestro sistema tributario con la finalidad de que este sea eficiente, permita obtener un nivel de recursos garantizad­os y no sea un freno para la creación de empleo y de riqueza; modelo construido bajo criterios de justicia y progresivi­dad, claramente redistribu­tivo, y que, al basarse en impuestos más bajos que los actuales, se ha de complement­ar con la financiaci­ón directa y progresiva del usuario directo de los servicios públicos; modelo, mixto, que obliga a convencer al ciudadano de la bondad del Estado Social, de las prestacion­es que este ofrece y del necesario compromiso para sufragar nuestros derechos sociales. En definitiva, un modelo de equilibrio social.

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