La CUP reclama gestos de ruptura antes de pactar
La izquierda radical pone por delante su programa y no mueve ficha sobre el president
La CUP rompió ayer su silencio, pero no dio pistas sobre si investirá a Artur Mas como president. No dijo ni sí ni no. Pero puso condiciones para el pacto: gestos de ruptura “irreversible” con el Estado y parte de su programa.
Ni un paso atrás, pero tampoco ningún paso adelante. O lo que es lo mismo: la CUP sigue apostando firmemente por no facilitar la investidura de Artur Mas como presidente, pero tampoco aportó ayer ninguna pista ni novedad sobre sus propuestas alternativas. Eso sí, ayer en el auditorio de la UPF detalló al máximo el programa que ya había dibujado durante la campaña electoral y exigió “gestos de ruptura irreversibles” con el Estado español antes de proceder a la investidura.
Las palabras de la número dos de la CUP, Anna Gabriel, nada más empezar el acto fueron bien ejemplificadoras: “Disculpad las molestias. Estamos construyendo una nueva república y queremos hablar del qué, del cómo y del cuándo”. Estas cuestiones se traducen en tres ejes: la ruptura con el Estado español, un plan de choque contra la emergencia social y el proceso constituyente hacia la república catalana, que a su vez se convierten en condiciones para la negociación, con Junts pel Sí y así poner las cartas sobre la mesa. “Ninguno de ellos puede fallar”, se encargó de resaltar Gabriel.
El diputado electo, Albert Botran, afianzó esta necesidad durante su intervención, pero abrió puertas al asegurar que la CUP “actuará con generosidad, altura de miras y estrategia ganadora”, pero avisando de que la investidura del presidente vendrá derivada “de los planteamientos”. “Sólo así tiene sentido nuestro propósito de luchar por la república”.
Sobre el quién, ayer la CUP no consideró que fuera el momento de hablar, punto en el que por suerte o por desgracia estaba focalizada la atención mediática. Gabriel se encargó de hacer una declaración de intenciones sobre cómo se desarrollarían los parlamentos asegurando que la voluntad de construcción de una república catalana “pasa por encima de partidos y de patios particulares. Por eso es importante hablar de qué, cómo y cuándo”.
Estas cuestiones son el meollo, “el quién puede venir sólo después y vendrá una vez forjado el acuerdo por los nuevos tiempos, porque fiamos el futuro del país a su contenido, y no a una persona,” remachó la cupera. En este punto, reafirmó que estos pasos tenían que ser “irreversibles” para evitar “traiciones”, además de señalar que no habían cambiado su posición sobre la conveniencia o no de investir a Mas como presidente.
La CUP ha acaparado toda la atención desde el 27-S precisamente porque son clave en este aspecto. Ayer, sin embargo, ni uno solo de los seis ponentes cuperos pronunció una sola vez el nombre de Artur Mas. Tampoco se pronunciaron propuestas alternativas ni quién sería para la formación la figura idónea para erigirse como presidente de la Generalitat. Ni siquiera salieron a la palestra la “presidencia coral”, la “presidencia rotatoria” o las “vicepresidencias poderosas” anunciadas a golpe de micro por Antonio Baños y Anna Gabriel, números uno y dos de la
SIN PROPUESTA ALTERNATIVA No apareció ni la presidencia coral ni rotatoria que se habían puesto sobre la mesa
CUP con anterioridad.
¡Eso sí, el cabeza de lista de Junts pel Sí, Raül Romeva, fue recibido con algunos gritos de “presidente!” cuando entró en la sala como invitado. A Romeva se lo vio un poco incómodo ante esta situación. Lluís Llach también recibió aplausos. Y entre los asistentes había también Jordi Turull y Oriol Amorós, además de David Companyon, de EUiA.
Uno de los más elocuentes fue el número tres por Barcelona, Josep Manel Busqueta, que aclaró a los presentes que la CUP rechaza cualquier cargo dentro del Govern y citó a Junts pel Sí para reconocer que era la única candidatura “que debe formar Govern” en Catalunya y sacar adelante un proceso soberanista en el cual “no sobra nadie”. En esta misma línea, Busqueta aseguró que “hacen falta las mejores personas que puedan representar este camino hacia la independen- cia”, aunque argumentó que “es hora de darle al proceso no sólo retórica sino también contenido”.
Por su parte, Salellas no se mordió la lengua a la hora de hacer bandera de la desobediencia como medio para romper con el Estado. Lo ejemplarizó con el Tribunal Constitucional y la futura declaración en los juzgados de Barcelona de Artur Mas, la consellera de Ensenyament Irene Rigau, y la exvicepresidenta del Govern Joana Ortega: “Queremos que se declare institucionalmente la absoluta incompetencia del Tribunal Constitucional presidido por un militante del PP”. Benet Salellas, cabeza de lista de la CUP por Girona, expuso al respecto que si el proceso independentista “va de verdad, habrá ruptura porque es la única forma de hacer que este proceso sea irreversible”, además de indi- car que un primer acto de ruptura con el Estado español se tiene que producir con antelación a la proclamación de un presidente o la formación de un Govern. Salellas afirmó que la ruptura se necesaria, ya que a su parecer “el proceso de liberación nacional catalán sólo puede avanzar si se hace separándonos del marco jurídico y legal español”, una legalidad que calificó “heredera del franquismo”. “Resulta absolutamente ingenuo que alguien plantee construir una república catalana desde dentro de la legalidad española”.
Ahora, la CUP sitúa la pelota sobre el tejado de Junts pel Sí. Las dos candidaturas se sentarán para hablar del qué, el cómo y el cuándo, tal como los cuperos exigieron ayer. Un punto, sin embargo, que comparte plenamente el presidente de ERC, Oriol Junqueras, quien el sábado pasado, en el transcurso del consejo nacional de su partido, pidió que el diálogo se centrara en estos tres aspectos.
LA ESCENA Romeva, incómodo, es recibido con algunos gritos de “presidente” y aplausos
LAS IMPUTACIONES DEL 9-N Desobedecer al Constitucional es el primer paso de ruptura que se propone