Cae el candidato oficial republicano a liderar la Cámara de Representantes
El caos se apoderó del Partido Republicano cuando Kevin McCarthy, representante de California, que había sido designado para sustituir a John Boehner como líder de la mayoría y presidente de la Cámara de Representantes, renunció ayer por sorpresa a ser elegido.
Si la renuncia de John Boehner hace dos semanas estuvo motivada por su enfrentamiento con el sector ultraconservador del par- tido, que pretendía forzar una votación que obligara al presidente Obama a cerrar la administración, la renuncia de McCarthy obedece prácticamente a los mismos motivos.
McCarthy, que venía ejerciendo como número 2 del speaker Boehner, fue designado como sucesor natural para liderar la Cámara Baja. Ayer se convocó una reunión de la representación republicana para elegir a su candidato, que a su vez sería sometido a votación del pleno de la cámara el 29 de octubre, cuando estaba previsto el relevo de Boehner. Al inicio de la reunión, Kevin Mc Carthy tomó la palabra y anunció su renuncia a la elección dejando a sus correligionarios con la boca abierta y provocando una carrera de aspirantes secundarios para situarse que fue frenada en seco por el propio Boehner, que optó entonces por aplazar la elección.
“Si tenemos que unirnos para ser más fuertes, necesitamos una cara nueva. Me siento bien con la decisión”, declaró McCarthy.
El representante californiano era el gran favorito pero con un bloque importante de oposición en los sectores ultraconservadores que patrocinaban otras candidaturas, como Dan Webster, de Florida, y Jason Chaffetz, de Utah. McCarthy optó por retirarse antes de enfrentarse a una votación adversa o de tener que aceptar condiciones de la derecha conservadora que no estaba dispuesto a asumir.
Es cierto que McCarthy resbaló asumiendo tácitamente en una entrevista que la comisión que investiga los sucesos de Bengasi, donde perdieron la vida varios diplomáticos estadounidenses, tenía como objetivo desgastar la candidatura de Hillary Clinton, pero la crisis en la bancada repu- blicana tiene motivos ideológicos mucho más profundos.
La sensación de caos la proporcionó la evidencia de que no existe hoy por hoy un candidato capaz de reunir el consenso entre los halcones, partidarios de una estrategia de acoso y derribo contra el presidente Obama; los pragmáticos, que rechazan adoptar una actitud de obstruccionismo permanente, porque consideran que acaba generando un efecto bumerán contra el propio Partido Republicano; y los ultrarreligiosos y el Tea Party, también defensores de posturas radicalizadas que alejan peligrosamente a los republicanos de la centralidad política, cuando falta poco más de un año para las elecciones presidenciales.