El Gaúcho se resiste
A los 35 años, y pese a haber rescindido recientemente su contrato con el Fluminense por bajo rendimiento, el exblaugrana Ronaldinho se niega a dar por cerrada su carrera futbolística, que sigue compaginando con su gran afición por el mundo de la noche.
¿UNA POSIBLE RETIRADA? “Ninguna posibilidad; nunca hablamos del fin de su carrera”, dice su hermano y agente
DECLIVE A LOS 35 AÑOS Han pasado ya dos años de su último gran éxito, la Libertadores que ganó con el Atlético Mineiro
Está loca? Ninguna posibilidad”, respondió Roberto de Assis entre risas. El hermano y representante de Ronaldinho contestaba así a una periodista de Folha de São Paulo que le preguntaba por una posible retirada del jugador brasileño, de 35 años, tras su frustrado y fugaz paso por el Fluminense.
Tres días antes de esa entrevista, Ronnie había sido despedido del club carioca entre los mismos rumores de juerguista que siempre han perseguido al futbolista y que ya marcaron su salida del Barça. La directiva del Flu tuvo muy poca paciencia: el delantero fue fichado a bombo y platillo en julio para reflotar al equipo de una mala temporada, pero Ronaldinho solo duró nueve partidos, en los que no marcó ni un gol, ni dio una asistencia. No obstante, el comunicado oficial del club indicaba que la rescisión del contrato de 18 meses se había producido “de forma amigable y de común acuerdo”.
“Desgraciadamente, en Brasil se paga to- do inmediatamente”, añadía De Assis. “El aficionado quiere resultados de un día para otro”, explicaba, negando que su hermano estuviera en mala forma física y argumentando que su fichaje por el club de Río de Janeiro debía dar frutos la próxima temporada. “No tuvimos ninguna conversación sobre el fin de su carrera”, agregaba. “Seguirá jugando mientras esté feliz”, insistía.
A pesar de su humillante salida del Fluminense, Ronaldinho no pierde la felicidad, ni su característica sonrisa de grandes dientes, que exhibió sin problemas una vez más cuando un muchacho le pidió una foto justo después resultar ileso de un accidente de tráfico en una carretera de Porto Alegre cuando el todoterreno que conducía se salió de la calzada y acabó en la cuneta. El episodio sucedió la misma semana que se marchó del Flu.
Claro que a quienes vivieron de cerca el paso de Ronaldinho por Barcelona no puede extrañarles que el futbolista no se reprimiera ahora al irse de fiesta en la cidade maravilhosa. Surgido del Gremio de Porto Alegre y fichado del Paris Saint-Germain por el Barça, en el Camp Nou vivió sus mayores éxitos, con la consecución del Balón de Oro (2005) y la Champions de Rijkaard contra el Arsenal en París (2006).
Crack blaugrana antes de la explosión definitiva de Leo Messi, brindó a los hinchas culés uno de los momentos más recordados en los enfrentamientos con el Real Madrid, cuando en el Bernabeu el Gaúcho marcó dos de los tres goles del Barça a los merengues, que se quedaron a cero y cuya afición se puso en pie para aplaudir a Ronaldinho.
No obstante, también en Catalunya inició el declive de su carrera, saliendo por la puerta de atrás con la llegada de Guardiola en junio del 2008, después de protagonizar una mala temporada plagada de críticas a su estado físico y a sus juergas interminables en la noche barcelonesa. La fiesta y la felicidad continuaron en el Milan, donde pasó tres temporadas irregulares, sin que las reprimendas públicas de Ancelotti o la actitud paternalista del presidente Berlusconi hicieran mella en la “alegría” y la actitud poco disciplinada de Ronnie.
Dejó Europa en el 2011 para regresar a Brasil con 31 años. Fichó por el Flamengo y estuvo un año en su salsa, en Río, con un nivel aceptable y ganando tres títulos regionales. Y cuando ya nadie daba un duro por él, sorprendió al recalar en el Atlético Mineiro, de Belo Horizonte, donde se convirtió en ídolo indiscutible y fue decisivo para conquistar en el 2013 su primera Copa Libertadores, el primer trofeo continental del club del estado de Minas Gerais.
Con 33 años, Ronaldinho se desquitó, eufórico, tras lograr el título. “Volví a Brasil para esto, era lo que me faltaba (la Libertadores)”, dijo aún sobre el césped del Mineirão. “Todo el mundo decía que estaba acabado, que este era un equipo de renegados. ¡Hablen ahora!”, soltó el Gaúcho.
Tras haber saboreado de nuevo los laureles, viajó la última temporada al Querétaro mexicano, antes de su visto y no visto fichaje por el Fluminense. A la espera de conocer su próximo destino, Ronaldinho mata el tiempo tuiteando en los últimos días fotos de la infancia. Nostálgico, el excrack recuerda sus pinitos como deportista cuando sus días de futbolista se acaban. Sin embargo, su hermano, que ha insinuado que Ronnie podría recalar en el Corinthians, pero en la sucursal estadounidense, insiste: “Aún quedan muchas sorpresas por ver”.
Tras romper con el Fluminense después de jugar sólo nueve partidos, Ronaldinho apunta ahora hacia Estados Unidos