La Vanguardia (1ª edición)

‘No pasarán’

El pueblo tunecino, en permanente movilizaci­ón, es el artífice del triunfo democrátic­o

- XAVIER MAS DE XAXÀS

La neral sede de de Trabajador­esla Unión Ge-Tunecinos ( UGTT) era un hervidero en enero del 2011, cuando los jóvenes se jugaban la vida en las calles de Túnez para derrocar al dictador. El sindicato único, aliado del régimen de Ben Ali, que había tolerado los salarios bajos y la nula cobertura social para beneficio de las empresas europeas, se había transforma­do, de la noche a la mañana, en el principal puntal de la ofensiva popular.

Abid Briki, entonces secretario general adjunto, reconoció en su despacho que no habían tenido más remedio que adaptarse a una “dictadura feroz”, pero que “al oír la voz del pueblo, de sus exigencias de cambio, hemos hecho lo único que podíamosha­cer, ponernos susa su lado y defender sus intereses”. Entonces tenían más de un millón de afiliados –uno de cada cinco tunecinos–, una fuerza que se puso al servicio, no de las mejoras sociales, sino de la transición política. Durante los dos años siguientes, Túnez intentó construir una democracia sin estructura­s de Estado fuertes y fue un fracaso. El islamismo moderado ni supo gobernar para la mayoría ni controlar a los extremista­s que, en febrero del 2013, asesinaron a Chokri Belaid, líder de la izquierda a masiva,los comunista.suyos. pero La no La huelga impidióUGT­T general movilizóqu­e fue los yihadistas mataran a otro político progresist­a, Mohamed Al Brahmi. La transición tenía los días contados cuando ese verano del 2013 el rapero Klay BBJ sacó el te- ma No pasarán, un rap con título español que ensalzaba el heroísmo de un pueblo hastiado de sus políticos. Las concentrac­iones populares se sucedían mientras la UGTT unía fuerzas con la Liga de Derechos Humanos, la patronal y los magistrado­s. Este Cuarteto del Diálogo Nacional consiguió que el líder islamista, Rachid Ganuchi, que gozaba de mayoría parlamenta­ria, diera un paso atrás y permitiera un gobierno laico de tecnócrata­s. La hoja de ruta desembocó a finales del 2014 en elecciones li- bres y una Constituci­ón que blindaba el Estado de derecho laico.

El Cuarteto pasó entonces a un segundo plano. De hecho, pocos se acordaban ayer de él, cuando la noticia del Nobel alegró el día a la clase política tunecina. A la calle, sin embargo, el premio no le va a cambiar la vida.

Las condicione­s son tan malas como hace cinco años. La libertad no ha significad­o empleo y salarios justos. La pobreza, especialme­nte fuera de la ciudad de Túnez, es acuciante. El terrorismo islamista ha hundido el turismo y paralizado la minería de fosfatos. El comercio con la UE sigue bajo mínimos. Este año el PIB sólo crecerá un 1%. Los jóvenes que en enero del 2011 montaban guardia frente a la sede de la UGTT y lanzaban piedras contra la policía del dictador aún no ha recuperado la dignidad.

Las condicione­s de vida son tan malas como hace cinco años y los jóvenes aún esperan su oportunida­d

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ANIS MILI / REUTERS Los representa­ntes de las institucio­nes que forman el Cuarteto del Diálogo Nacional, en una imagen del 2013

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