Ocurrencias y gobernanza
Los resultados de las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre nos han demostrado que pese a las advertencias de que los costes de transición hacia una eventual independencia serían muy altos por la cada vez más explicitada no participación en la Unión Europea y por las incertidumbres sobre los procesos económicos y políticos en presencia, son muchos los electores que se han pronunciado a favor de las opciones electorales independentistas si bien ha quedado patente –para los que interpretaban las elecciones como plebiscitarias– que no existe, de momento, la mayoría necesaria para que en el extranjero se llegue a reconocer al “independentismo” como legitimado.
A partir de tales resultados estamos viviendo unos momentos que recuerdan la destrucción de Solidaritat Catalana que había nacido brillantemente el 25 de noviembre de 1905 y que se extinguió en solamente 5 años, el 8 de mayo de 1910, cuando en las siguientes elecciones se puso de manifiesto que la coalición del 1905 comprendía partidos, entidades e ideologías difícilmente compatibles (pese a tener todas ellas un profundo sentimiento de catalanidad) lo cual llevó a que no pudiera sobreponerse a sus propias tensiones internas.
La Solidaritat de 1905 fue una candidatura renovadora conjunta por Barcelona de los presidentes de la Sociedad Económica de Amigos del País, del Ateneo Barcelonés, el Fomento del Trabajo Nacional y la Liga de Defensa Industrial Comercial y del presidente del Instituto Agrícola Catalán de San Isidro por Olot.
Estos días vivimos una resaca electoral con tensiones entre independentistas y no independentistas y, sobre todo, tensiones
Vista la dificultad para decidir un presidente, podemos imaginar lo difícil que será gobernar de forma coherente
entre independentistas moderados y radicales en Junts pel Sí e independentistas de la CUP antisistema y anti-UE capitalista.
El president Tarradellas decía que se puede hacer todo menos el ridículo y a estas horas muchos periódicos de todo el mundo han calificando la “ocurrencia” independentista ilegal de presidencia de la Generalitat coral, rotatoria o compartida –o las propuestas antisistema y revolucionarias de la CUP para la futura república catalana alejadas del tradicional liberalismo business friendly de Convergència– como algo ridículo que deslegitima el “proceso”.
Vista la dificultad de decidir un presidente para la Generalitat, podemos imaginarnos lo difícil que será ejercer una gobernación coherente para procurar el bienestar de todos haciendo uso de los instrumentos de los que se dispone.
Por mucho que se diga que en el futuro próximo sólo se trata de ir preparando el definitivo viaje a Ítaca –querido solo por una parte de los catalanes– hay además, entretanto, que gobernar dentro del marco competencial y financiero que hoy por hoy tenemos.¿Es que acaso el 27 de septiembre no votamos para ello y ando yo equivocado?
Menos mal que, entre tanto, nuestros diputados en Madrid ayudan con sus votos y su labor parlamentaria a que España esté legalmente gobernada.