VW debe invertir en Seat
EN mayo de este año el Grupo Volkswagen, con sede en Alemania, anunciaba una inversión de 4.200 millones de euros destinada a las plantas de Seat en Martorell (Barcelona) y Volkswagen en Landaben (Navarra), y posteriormente, el pasado 8 de septiembre, se concretaba que 3.200 millones irían a la primera y el resto, 1.000 millones, a Navarra. Pero cuando saltó el escándalo de los motores diésel fraudulentos este programa de inversiones quedó puesto en duda.
Ayer, tras el Consejo de Ministros, el titular de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, declaraba que esas inversiones no corren peligro, pues anteayer el nuevo presidente y consejero delegado del grupo alemán, Matthias Müller, le había asegurado, en una reunión celebrada en Wolfsburgo (Alemania), que no hay ningún tipo de alteraciones en esos planes. Casi al mismo tiempo, el comité de empresa de Seat expresaba sus dudas, pues la decisión no había sido aún ratificada ni había sido comunicada oficialmente a los trabajadores de la planta de Martorell. A la espera de esa ratificación se mantiene, pues, la incógnita de unas inversiones que son de gran importancia para la economía y la industria catalanas.
En sus 65 años de existencia, la fábrica de Seat en Martorell ha atravesado no pocas vicisitudes, resueltas con una considerable capacidad de adaptación de sus trabajadores y del entorno empresarial que la rodea y que le suministra componentes y servicios para los vehículos que produce. La flexibilidad laboral, las innovaciones tecnológicas y las rebajas de costes de producción, así como la buena comercialización, han sido claves para mantener aquella marca, de la que el Seat Ibiza es su modelo más conocido. Precisamente este coche, cuyo diseño debe renovarse, y el nuevo todoterreno urbano SUV son los que más esperan la inversión ahora puesta en duda.
Desde su integración en el Grupo Wolkswagen, en 1986, Seat ha desempeñado su trabajo con eficacia, flexibilidad y competitividad, y este esfuerzo no puede ponerse ahora en duda por decisiones técnicas ajenas que merecen reproche general. Las inversiones deben continuar y para ello es necesario que la dirección de la firma con sede en Alemania, los sindicatos y las administraciones públicas, estatales y autonómicas, reiteren su compromiso de fabricar automóviles solventes, que merezcan el aprecio de los consumidores y cumplan las normas medioambientales. Las declaraciones del ministro español de Industria mueven al optimismo, pero esta expectativa debe concretarse.