Tesoros mesopotámicos
El artículo de Josep Playà titulado “Tesoros mesopotámicos” (Cultura, 29/IX/2015), que relata los viajes del padre Ubach y sus adquisiciones, me ha recordado a las memorias de Carles Gerhard, Comissari de la Generalitat a Montserrat. En ellas explica la vida en el monasterio durante la guerra, la presencia del temible anarquista Cojo de Málaga o las visitas de fin de semana de miembros de la Generalitat con sus familias.
En Montserrat quedó, vistiendo de civil, un solo fraile, el padre Carlos, que gracias a dos aprendices de pasteleros salvó obras de arte, libros y objetos de culto, entre ellos el Cristo que preside la basílica que se atribuye a Miguel Ángel y diversos sellos de Mesopotamia. Se sacaban ocultos en sacos de carbón, como me contó un amable anciano: Mario Costa, uno de los valientes jóvenes, que luego fue panadero de Castellolí. Me recordó los peligros que afrontó pasando los controles en Can Massana para llevar aquellos objetos a su casa. Entre ellos recordaba el citado Cristo de marfil y me mostró el lagar donde los guardó tapados con carbón.
Me contó que el otro joven valiente, de San Salvador de Guardiola, tuvo un percance con algunos de los sellos mesopotámicos, ya que por miedo a un registro de las patrullas de control los escondió debajo de las losas del establo y los líquidos de las deposiciones de los animales los destruyeron.
PERE GUIXÀ MABRAS
Castellolí