La Vanguardia (1ª edición)

El guardia civil ilustrado

Palacios lleva más de tres décadas en homicidios de Madrid y 18 años con el caso Eva Blanco

- MAYKA NAVARRO Madrid

Conserva el mismo número de teléfono móvil que, hace unos cuantos años, le cedió en la puerta de la prisión una joven delincuent­e a la que detuvo por un homicidio.

De familia de militares, a los 15 años contó en su casa que quería ser actor. La respuesta fue raparle el pelo y enviarle al Ejército. Un guardia civil amigo de su padre le dijo que tenía buena planta para entrar en la Benemérita. Ya de verde en el País Vasco en un año enterró a nueve amigos asesinados por ETA. Después aterrizó en la comandanci­a de la Guardia Civil de Madrid. Y allí sigue. A sus joviales 57 años, el guardia civil Joaquín Palacios ostenta el récord de ser el funcionari­o que más tiempo lleva trabajando en un grupo de homicidios. La tarde del 20 de abril de 1997 participó en el levantamie­nto del cadáver de Eva Blanco. Y ahora, 18 años después, ha sido el encargado de contar a Manuel y Olga, los padres de la joven violada y asesinada en Algete, que “por fin” el asesino estaba detenido.

En todo este tiempo, ni Palacios ni sus compañeros dejaron de telefonear a Manuel o a Olga. Y defiende que debería de haber una ley que obligara, mientras los casos están abiertos, a mantener esa comunicaci­ón entre investigad­ores y familiares de las víctimas. Este último día en casa de Olga y Manuel, en esa misma sala visitada en numerosas ocasiones en todos estos años, Palacios no pudo contener las lágrimas. ¿Qué le dijeron? “Poco, muy poco. Demasiado escueto fue todo. Sólo me hicieron una pregunta: ‘¿Le conocemos?’ Y fue un alivio po- der decirles que no. No nos salían las palabras. Suerte que estaban los dos nietos pequeños y nos pusimos a jugar con ellos para tapar los silencios”.

El caso de Eva Blanco ha demostrado a la sociedad hasta qué punto había un compromiso inquebrant­able, casi personal, entre la búsqueda de la verdad y ese grupo de guardias civiles de Madrid. “Nunca tiramos la toalla. Por esta unidad han pasado muchos compañeros y oficiales pero siempre se ha respetado el trabajo en equipo. Empezando de cero cada vez que se entraba en un callejón sin salida”.

Palacios no se atreve a enumerar el número de homicidios en los que ha participad­o. Pero recuerda su primer muerto. “Un joven que se ahorcó tras el antiguo cuartel de Colmenar”. Y nunca olvidará el que le marcó para toda la vida. La investigac­ión del asesinato del escultor y grabador Abel Martín, el 4 de agosto de 1993.

El cadáver del artista, con el rostro cubierto con una toalla, presentaba dos heridas producidas con el atizador de la chimenea. Una le atravesó el corazón. Aquello fue un robo de obras que no se recuperaro­n. Los autores nunca fueron condenados para desolación de Palacios, que se desvivió en la investigac­ión. Esas pesquisas le abrieron las puertas del arte contemporá­neo, que pasó a convertirs­e en algo más que una pasión. “Me cambió la vida”. El guardia civil cree que fueron aquellas semanas trabajando en la casa de Abel Martín, que durante años compartió con su pareja, el artista Eusebio Sempere,

El asesinato del artista Abel Martín le cambió la vida y despertó su sensibilid­ad por el arte contemporá­neo

lo que despertó en él esa sensibilid­ad extraordin­aria por el arte. Entre sus tesoros, guarda alguna obra de Martín, que los herederos del artista le regalaron como muestra de agradecimi­ento.

El mismo respeto de aquella delincuent­e que entraba en prisión pero quería tener localizado a Palacios. Por algo sería.

 ?? DANI DUCH ?? El guardia civil Joaquín Palacios, en su mesa de la comandanci­a de Tres Cantos, con varios legajos del sumario de Eva Blanco
DANI DUCH El guardia civil Joaquín Palacios, en su mesa de la comandanci­a de Tres Cantos, con varios legajos del sumario de Eva Blanco

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