La Vanguardia (1ª edición)

El terror llama a las puertas de Sitges

El certamen arranca con ‘La bruja’, horror seco, sin concesione­s, de Robert Eggers

- Salvador Llopart

El terror domina Sitges. Terror es la primera sensación que uno siente, nada más coger el abultado programa del festival de Ángel Sala. El terror de no llegar a todo. Pero luego, como si fuera la aceptación del destino fatal, se impone el reconocimi­ento: aquí estamos. Esto es Sitges, la fiesta del cine de género. No hay que ser relamido. Ni selectivo. Tan sólo estar abierto a nuevas sensacione­s: que la parrilla de programaci­ón no es una parrilla. No importa. Es y será una barbacoa feliz. A relajarse y a disfrutar.

Tan sólo hay que mirar las caras de la gente que espera a la puerta de las diferentes –muchas– sesiones con la que ayer arrancaba el festival. Las caras pintadas (pues Sitges va camino del carnaval sin fin) y la cara de los espectador­es (sin pinturas de guerra) de a pie que esperan, bueno, esperan lo que sea.

Que aquí hay de todo, en lo que a cine se refiere. Y en abundancia. Porque Sitges resulta abundante, ciertament­e, desde su primera jornada: el día de La bruja (The Witch), película elegida –con muy buen criterio por parte de Sala– como el pistoletaz­o de salida del certamen.

Sitges, además, concedía ayer, en su gala inaugural, el premio Máquina del Tiempo al director Nicolas Winding Refn, responsabl­e de genialidad­es como Drive, Un director de un cine callado, de ambiente ponzoñoso, de ambientes por momentos impenetrab­les. Todo lo contario de lo que resulta en persona Winding Refn, encantado de estar en Sitges y tener en sus manos esa Máquina del Tiempo que reconoce una trayectori­a.

Con La bruja, como película inaugural, pues, y la sonrisa de Win- ding Refn, ya tenía Sitges, a eso de las ocho de la noche, cuando arrancó la ceremonia, una jornada más que respetable.

Porque la cosa había empezado de buena mañana, con la proyección de Segon origen, la adaptación de la famosa obra de Pedrolo que Bigas Luna soñó con llevar a la pantalla y que, tras su muerte, ha sido Carles Porta el encargado de conseguirl­o.

Fue una proyección para niños aquella. Escolares felices y contentos. El más apesadumbr­ado quizá resultaba el mismo Porta, que el día anterior tuvo que asistir a un juicio por la autoría del filme en cuestión.

El demandante resultó ser Sergi Lara, un veterano realizador de TV3, donde conoció a Porta. Lara, como parte del equipo de rodaje, reclama judicialme­nte sus derechos a ser reconocido como codirector, junto a Porta. Ninguno de los dos, ni Porta ni Lara, discute la importanci­a de Bigas en el proyecto. Tan sólo...

Pero eso es otra película. Un thriller de tribunales o una de terror, muy Sitges, depende quién de los dos cuente su versión.

No, la película ayer era otra. O mejor cabe decir las películas, que se iban amontonand­o mientras transcurrí­a la jornada, cerca de viente en una contabilid­ad apresurada Con Segon Origen, platea de críos felices. Con La bruja, de Ro-

bert Eggers, la felicidad, que la hubo, fue de otro cariz.

Una platea absorbida por las cuitas de una familia del siglo XVII en la puritana y muy religiosa Nueva Inglaterra. La obsesión religiosa produce monstruos, ya sean brujas o no. Sea como sea, produce terror. Se intuye a Goya en sus imágenes, de un terror seco, cargado de presagios. Como de Dreyer resucitado también. “Dreyer ha tenido mucho que ver en la concepción del filme”, se apresura a reconocer Eggers de este filme que es como un cuento tradiciona­l, un cuento de hadas, pero contado en bruto, o en seco, o sin cocer. En definitiva, sin pasar por el cedazo de Disney. “Eso es lo que quería evitar a toda costa”, dijo el director, un estudiante de teatro y pintor de vocación que ha llegado al cine por convencimi­ento: es el mejor instrument­o, mucho mejor que la pintura, para llegar a la gente. ¿Su tema? ·”El lado oscuro de la existencia”.

Cree en brujas, le preguntamo­s. Y dice que no está preparado para responder, que quizá dentro de diez años, cuando estrene ese Nos

feratu que algún día piensa rodar. Tan solo recordar que La bruja llega a Sitges con premio: el premio a la mejor dirección conseguida en el muy prestigios­o festival de Sundance.

Sitges, en esta 48 edición, será un poco el Sundance del terror, comentaba Sala en las jornadas previas al certamen. Esta edición está dedicada a Seven, de Fincher que cumple viente años. Excelente elección, que diría un maître avezado en platos de horror y venganza, que se sirven fríos.

Sitges, 169 largometra­jes. Una larga semana en la que Oliver Stone recibirá el premio de Honor, y media docena más de cineastas, como ayer Winding Refn, verán reconocida su labor en el género. Hasta llegar al 18 de octubre, día de la clausura, con otra de terror Into

de forest, de Patricia Rozema. Un filme que podría ser como de terror feminista si es que algo así existiera. Sitges: el horror, el horror. Al por mayor.

Oliver Stone recibirá el premio de Honor, y otros seis directores se harán con La Máquina del Tiempo

 ?? LUIS TATO ?? Entrada de uno de los cines del festival, anoche, con el público estimulado por los figurantes
LUIS TATO Entrada de uno de los cines del festival, anoche, con el público estimulado por los figurantes
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain