Cultura y medio ambiente
La mayor ciudad de Canadá se encuentra en la ribera norte del lago Ontario y, además de la capital de la provincia del mismo nombre, es también la capital económica y cultural del país. Aunque el lugar ha estado habitado de alguna manera desde hace más de once mil años, el primer núcleo urbano no se fundó hasta 1793, cuando oficiales británicos fundaron la ciudad de York, pero no fue hasta 1834 cuando ese pueblo en medio de los bosques creció lo suficiente para convertirse, oficialmente, en la ciudad de Toronto. Además es una ciudad muy cosmopolita, ya que prácticamente la mitad de sus habitantes no han nacido en Canadá. Debido a sus bajos índices de criminalidad, el cuidado por el medio ambiente y su alto nivel de vida, está considerada una de las mejores ciudades del mundo para vivir.
1er día LA ARQUITECTURA Y CHINATOWN
Toronto cuenta con una mezcla, de primer nivel, tanto de patrimonio arquitectónico como de arquitectura contemporánea de arquitectos locales y otros de renombre internacional como Mies van der Rohe, Frank Gehry, Daniel Libeskind o Will Alsop, por nombrar sólo a unos pocos. La Toronto Society of Architects organiza visitas a pie y guiadas de dos horas de duración, que pasan por algunos de los ejemplos ar- quitectónicos más emblemáticos de la capital de Ontario. Se ofrecen varios recorridos, que permiten ver la Bell Lightbox del festival de cine internacional de Toronto, el Sharp Centre en el Ontario College de la Universidad de Arte y Diseño, la Galería de Arte de Ontario, el añadido de cristal que hizo Michael LeeChin en el Museo Real de Ontario, el centro Telus en el Real Conservatorio de Música, entre muchos otros.
También se puede optar por pasear por alguno de los barrios de Toronto. Una de las colonias más importantes de la ciudad es la china y, por eso, la esquina de las calles Spadina y Dundas no estaría en absoluto fuera de lugar en el centro de Hong Kong, ya que es el centro del barrio de Chinatown. Multitudes de personas, caracteres chinos en los nombres de las calles, tiendas orientales y mercados con frutas y verduras exóticas que derraman sobre la acera, literalmente, sus mercancías.
Y, por supuesto, el barrio chino se enorgullece en especial de la gran variedad de cocina asiática que se ofrece en sus calles. Una abundante selección de cocina china, tailandesa, japonesa y vietnamita: pato Pekín en el restaurante Bright Pearl, dim sum en el Golden Leaf, el Pho Hung es el lugar favorito de los habitantes de Toronto para comer la auténtica carne pho vietnamita y en el Lotus Garden se ofrecen opciones vegetarianas.
Como en la mayoría de los barrios chinos de todo el mundo, el mejor momento para visitar el de Toronto es durante las celebraciones del Año Nuevo chino.
2o día LAS CATARATAS DEL NIÁGARA
Las cataratas de Iguazú, las Victoria y las del Niágara seguramente constituyen la tríada de las cataratas más famosas del mundo. Quizás sólo faltaría añadir el salto Ángel, en Venezuela, para tener el póquer de los saltos de agua más célebres del planeta.
Las cataratas del Niágara están muy cerca de Toronto (a 110 km exactamente) y son fácilmente accesibles desde la ciudad, ya sea en coche (una hora y media de trayecto), en tren o en avión. Con sus 54 metros de caída y un kilómetro de ancho, sirven de frontera natural entre Estados Unidos y Canadá. Hay una disputa entre ambos países por ver cuál de los dos lados ofrece las mejores vistas y la mejor experiencia y parece que existe cierto consenso en que de las tres caídas que forman el conjunto, las Horseshoe falls, del lado canadiense, son las más espectaculares, porque son las que encauzan la mayoría del caudal del río Niágara, para caer en una garganta con forma de herradura. En cualquier caso, la mejor época para visitarlas es de mayo a octubre, aunque también es la época en que están más masificadas.
Hay varios lugares desde donde se puede observar este espectáculo natural, como por ejemplo el centro de bienvenida al visitante de Table Rock o desde la torre Skylon, desde la que se tiene unas magníficas vistas aéreas.
Por el contrario, si se desea una experiencia más personal ,es posible reservar un vuelo en helicóptero, embarcarse en uno de los barcos que recorren también las cataratas del lado estadodunidense (Bridal Veil y American Falls) para poderlas observar, muy muy de cerca. También es posible disfrutar de una de las experiencias más icónicas en Niágara. Descender algo menos de 46 metros por un ascensor, donde un pequeño túnel da acceso a dos plataformas de observación al aire libre y dos cubiertas situadas directamente detrás de las cataratas, para ver y escuchar el estruendo que producen más de 2.800 metros cúbicos de agua que viajan a 65 kilómetros por hora.