Diccionario Aranzadi
Siempre he sido un gran lector de diccionarios, el único género literario que respeta el orden alfabético. Seguí con interés de académico los cambios que la RAE introdujo en determinadas entradas de su diccionario, alertado por el estudio crítico que las filólogas Sílvia Senz y Montse Aberte habían publicado sobre los cambios políticamente significativos en vocablos como autodeterminación, autogobierno, consulta popular, Estado, Estado de derecho, estado federal, estado de alerta, estado de excepción, estado de guerra, estado de sitio, intervencionismo, parlamento, plebiscito, referéndum o soberanía nacional. El 26 de enero de 2013 publiqué aquí la columna “Legislar la semántica” sobre su lectura de la maniobra, fundamentada en el hecho que el presidente de la RAE es miembro nato del Consejo de Estado y el DRAE, uno de los criterios que aplican los tribunales españoles cuando se dan divergencias de interpretación de un concepto. La semana pasada, en la víspera de los fastos hispanófilos del doce de octubre, el servicio electoral chileno (Servel) blandió el DRAE para impedir la inscripción de un partido político. El diputado Giorgio Jackson, quería inscribir Revolución Democrática y topó con la ley. Concretamente con la Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos, creada durante la dictadura de Pinochet, que prohibe los nombres contrarios al orden público y la paz social. La argumentación jurídica que le deniega por
El servicio electoral chileno blande el DRAE para impedir la inscripción del partido Revolución Democrática
tercera vez la inscripción se fundamenta en dos de las definiciones que el DRAE da de la palabra revolución: “Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación” e “inquietud, alboroto, sedición”.
Los chilenos críticos con este uso jurídico del diccionario de una institución española creada, mira tú por dónde, en 1714, ya han empezado a buscarle tres pies al vocablo. En diversas leyes chilenas (como la 19.240) aparece el verbo detentar en el sentido de ocupar un cargo de manera legítima. Pues bien, el diccionario español define detentar al revés: “1. tr. Retener y ejercer ilegítimamente algún poder o cargo público. 2. tr. Der. Dicho de una persona: Retener lo que manifiestamente no le pertenece.” Un uso literal del DRAE aquí seria cataclísmico. Tal vez per eso Scott Sadowsky propone una solución basada en la justicia poética. Se fija en la figura del filósofo venezolano Andrés Bello, profesor de Simón Bolívar y redactor del Código Civil chileno. Y recupera también la propuesta ortográfica del intelectual. Entre otros cambios respecto a la ortografía española, en pleno siglo XIX Bello proponía escribir siempre la erre fuerte con el dígrafo RR y la primera ce de cinco con zeta. El nombre impugnado, pues, quedaría: Rrevoluzión Democrática. Sadowsky sostiene que la palabra rrevoluzión no figura en el DRAE, de modo que la argumentación del Servel no sirve. Luego se pregunta si es legítimo inscribir un partido con un nombre que no sale en el DRAE y responde que antes habría que preguntárselo a los militantes del partido chileno de centroderecha llamado Evópoli (acrónimo de Evolución Política).