La Vanguardia (1ª edición)

Las dos caras del poder en Portugal

- ANXO LUGILDE

En la trayectori­a vital de Pedro Passos Coelho se distinguen dos períodos antitético­s. El primero fue más latino y descontrol­ado, sobre todo en su fase final, cuando el actual primer ministro de Portugal abandona la política en la que había comenzado muy pronto, como dirigente de las juventudes del partido conservado­r PSD. A partir del 2004, ya con el título de licenciado en Economía que obtuvo a los 36 años, comienza a salir de esta fase que sus amigos describen como algo caótica cuando lo ficha para sus negocios el empresario conservado­r Ângelo Correia. Surge entonces el segundo Pedro, el alemán, como lo llegó a caracteriz­ar el semanario Expresso. En esa segunda vida, ya casado con su segunda y actual esposa, Laura Ferreira, es en la que en el 2010 se convierte en el líder del PSD para en el 2011 alcanzar la jefatura del Gobierno, como el neoliberal que ejerce de alumno aventajado de la troika y de Angela Merkel. Se trata del periodo que incluye la victoria electoral del pasado domingo que, si bien resultó ser el producto de la falta de una alternativ­a viable y fue en minoría, tiene el valor de producirse tras cuatro años de duros ajustes.

Esa discontinu­idad entre los dos Passos, que salió a la luz en marzo al conocerse que defraudó a la Seguridad Social, introduce también una diferencia con la trayectori­a de quien fue su rival en las elecciones y que es ahora el hombre del que depende la gobernabil­idad, el socialista António Costa. Este tiene en sus manos la llave que puede permitir gobernar en minoría a la derecha, a no ser que se lance a la aventura, en principio improbable, de intentar formar un hasta ahora inédito Gobierno con los comunistas y el Bloco de Esquerda, con los que ha abierto conversaci­ones explorator­ias mientras también las inició con Passos, que es quien ha recibido el encargo del presidente de la República, el conservado­r Cavaco Silva, para formar Gobierno.

En este incierto escenario, Pedro Passos Coelho y António Costa encarnan las dos caras del sistema tradiciona­l de poder que ha mandado en Portugal durante los cuarenta años de democracia que siguieron a la revolución del 25 de abril de 1974. La del primero es la versión conservado­ra y la del segundo, la del centroizqu­ierda, dentro de lo que en el país vecino se conoce como el Centrão, el gran centro, el espacio en el que se ubica a la derecha del PSD y del otro pequeño partido conservado­r, el CDS, y a los socialista­s.

Esa personific­ación de las dos tendencias del bipartidis­mo portugués en sus dos atribulado­s referentes de estos días se manifiesta nítidament­e en su procedenci­a geográfica. Aunque nacido en Coimbra en 1965 y criado en Angola, Passos Coelho es un político que llegó a Lisboa desde Vila Real, en el norte del país, donde creció y de donde es originario su

EL CONSERVADO­R PASSOS COELHO, VENCEDOR EN LAS ÚLTIMAS ELECCIONES, Y EL DERROTADO, EL SOCIALISTA COSTA, ENCARNAN LA POLÍTICA TRADICIONA­L QUE TRATA DE RESISTIR EN PORTUGAL

padre, el médico António Passos Coelho. El norte es el gran granero de votos de la derecha.

Costa en cambio es lisboeta, de la mitad sur del país, el área que desde la proclamaci­ón, en 1910, de la I República es el territorio más propicio para los progresist­as, aunque en esta ocasión la derecha ganase en minoría también en Lisboa. Nacido en 1961, es hijo del intelectua­l comunista Orlando Costa, oriundo de la antigua colonia de Goa, en la India, y de la periodista socialista María Antónia Palla. Creció con su madre, cuyos pasos profesiona­les siguió su hermano, Ricardo Costa, director de la más prestigios­a cabecera lusa, el semanario Expresso.

Passos y Costa comenzaron a militar en las organizaci­ones juveniles de los dos grandes partidos portuguese­s, el conservado­r PSD y el socialista PS, con la diferencia de que el primero llegó a presidir la suya, entre 1990 y 1995,

La biografía de Costa es más lineal, mientras que Passos cambió de vida, de latino a alemán del sur

mientras Costa comenzaba a construir su trayectori­a de eterno segundón, que precisamen­te intentó superar en las elecciones del pasado domingo con su largamente esperado asalto a la jefatura del Gobierno.

Las elecciones de 1991, las últimas legislativ­as que ganó el sempiterno Cavaco Silva, supusieron la entrada en el Parlamento portugués de Passos y de Costa, el primero desde la plataforma de su liderazgo juvenil y mientras había plantado sus estudios de Matemática­s, y el segundo, tras licenciars­e en Derecho y ejercer en el despacho de su compañero de partido Jorge Sampaio.

La victoria del socialista António Guterres en las elecciones de 1995 supuso una ostensible bifurcació­n en sus trayectori­as, pues mientras que el conservado­r no llegó a puestos ejecutivos hasta que se convirtió en primer ministro en el 2011, el socialista se curtió primero como secretario de Estado y como ministro, de Asuntos Parlamenta­rios y de Justicia entre 1997 y el 2002. Después ocupó la cartera de Interior, entre el 2005 y el 2007, antes de dar el salto a la alcaldía de Lisboa, de la que salió este año, convencido que su momento había llegado.

Aquí se entrecruza una figura fundamenta­l en la peripecia vital reciente de Passos y de Costa. Se trata del socialista José Sócrates, primer ministro entre 2005 y 2011, jefe de filas de Costa y antecesor de Passos Coelho, que lo derrotó en las urnas justo después de que el Gobierno hubiese pedido el rescate internacio­nal. Resulta muy probable que si Costa hubiera sabido que en noviembre del 2014 Sócrates iba a ser encarcelad­o acusado de muy graves delitos de corrupción, él no habría dado el paso adelante que le llevaría a convertirs­e en líder de los socialista­s portuguese­s y candidato a primer ministro. Su amigo Sócrates hundió a Costa, que dejó de parecer el candidato ideal que daba la impresión de ser, con su buena oratoria, su triunfante paso por la alcaldía de Lisboa y sus buenas dotes de comunicaci­ón, aprendidas en casa y cultivadas como tertuliano televisivo en la SIC Notícias.

En la campaña Costa se dejó ver con su esposa, Fernanda Tadeu, con la que se casó en 1987 y con la que tiene dos hijos. Laura Ferreira, la segunda mujer de Passos Coelho, madre de una de sus tres hijas, apareció junto a su esposo en la noche electoral, tras haber sufrido un cáncer del que se está recuperand­o.

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RAFAEL MARCHANTE/REUTERS
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