LENTEJAS GEOPOLÍTICAS
El domingo está cerrado, pero el resto de la semana el carnicero rumano-serbio despacha la clientela mientras su empleado, que es polaco, está en el sótano, donde ahúman la carne. Los sábados, sin embargo, atiende el polaco y todo es más barato. Tony pone los precios como quiere y siempre te regala algo. Todo el mundo lo sabe y hay cola. En el barrio se especula que es una venganza, por tenerlo en las mazmorras.
Tony huyó de Polonia a principios de los 80 y no sólo sostiene opiniones contra comunistas y rusos que habrían enorgullecido a Pulaski, también está al día de la actualidad internacional y le gusta comentarla con los clientes, a cada uno según su país.
El sábado pasado, sólo en- trar, me dijo: ¡“Enhorabuena! ¿Qué, lo conseguiréis?” Y reí. “Mira, yo sé qué significa que Rusia nos quisiera arrodillados, así que no me impresionan nada las amenazas que os envían. Yo voto por vosotros, que Europa necesita pueblos libres”.
Luego, mientras criticaba a la UE –“¡chupópteros!”-, envolvió una salchicha polaca de regalo, “ponla en las lentejas”, y me encajó la mano con toda solemnidad. Un día le explicaré qué es el Farragut Fund for Catalan Culture que fundó a Mary Ann Newman, y le propondré organizar una charla sobre el improbable encuentro entre un Jordi y un Kasimieriz. Hoy pasaré a decirle que las lentejas quedaron melosas y un poco picantes, si no hay mucha cola.