La Vanguardia (1ª edición)

Cristina vuelve de luto

- MARIÁNGEL ALCÁZAR

Pasa en muchas familias y también en las reales: al final es en los entierros donde todos, quieran o no, acaban viéndose las caras. Sucedió el pasado jueves, en El Escorial, un lugar de tétricas resonancia­s, donde volvió a verse en público a la infanta Cristina junto a los Reyes actuales, los eméritos y el resto de sus parientes. En una semana en la que la señora Urdangarin ha marcado en su calendario una fecha de obligado cumplimien­to, tras fijarse para el próximo 11 de enero el inicio del juicio por el caso Nóos, también ha reaparecid­o en el entorno real, vestida de negro, acompañand­o a la familia del fallecido infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria, en el funeral oficiado en el monasterio que alberga las sepulturas de la familia real.

Curioso el destino de la infanta Cristina cuyas últimas aparicione­s, junto o cerca de la familia real, la de ahora y la anterior de la que ella formaba parte, han tenido como escenario una misa funeral. Fue en la del centenario por el nacimiento de don Juan, celebrada en la capilla del Palacio Real, el 20 de junio del 2013, cuando ya el caso Nóos había desbordado anegando y enfangando el entorno regio, cuando la infanta Cristina acudió por última vez a unas dependenci­as reales. Entones su padre, don Juan Carlos, aún era el Rey. Hace sólo unos meses, cuando ya como hermana del rey Felipe, no pertenecía a la familia real, la infanta Cristina se vistió de luto para despedir a su amigo Kardam de Bulgaria, a cuyo funeral oficiado en la iglesia de los Jerónimos asistieron don Felipe, doña Letizia, los reyes eméritos, y hasta los de Holanda, Guillermo y Máxima, y la princesa Beatriz. La infanta Cristina acudió como amiga de la familia del fallecido como el jueves hizo en su condición de sobrina y, sobre todo, de prima y amiga íntima de Cristina de Borbón-Dos Sicilias, con quien comparte mucho más que nombre y casi apellido. La hija mayor del fallecido duque de Calabria está casada con Pedro López-Quesada, íntimo amigo de Iñaki Urdangarin, quien por razones obvias no acudió al funeral de El Escorial. Bueno, no sé si son muy obvias, ya que si no acudió al funeral no fue porque se lo prohibiera­n, sino por su propia decisión de no cruzarse con algunos de los miembros de la familia de su mujer, a los que culpa de todos los males que además de acecharle, parecen esperarle a la vuelta del año. Iñaki cree que le sacrificar­on y no los quiere ver ni en un funeral. Y ahí estaba, la infanta Cristina haciendo piña con su hermana, Elena, aún sin entender cómo había llegado a esa situación, vestida de negro, de luto por sí misma. biendo que estaba a punto de despedir a su padre. Don Juan siempre quiso ser enterrado en el monasterio de Poblet, junto a los condes de Barcelona medievales, pero a su muerte, su hijo don Juan Carlos, lo llevó a El Escorial dándole el tratamient­o del rey que nunca pudo ser.

 ?? JUAN CARLOS HIDALGO / EFE ?? La infanta Cristina, en El Escorial, entre su hermana, Elena, y sus tíos, los duques de Soria
JUAN CARLOS HIDALGO / EFE La infanta Cristina, en El Escorial, entre su hermana, Elena, y sus tíos, los duques de Soria
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