La ley, más allá del voto
Sánchez propone transformar España desde la Moncloa con “diálogo y acuerdo”
El expresidente Felipe González defendió en el homenaje a Txiki Benegas que el único voto legítimo es aquel que se realiza respetando la ley.
“Mi patria empieza en mi y termina en ninguna parte”, dejó dicho Txiki Benegas, a quien ayer el PSOE –y representantes de muchos otros partidos– rindió un emotivo homenaje de despedida en San Sebastián. Y, tirando de este hilo, Felipe González sentó cátedra durante más de media hora en el Kursaal de San Sebastián lleno hasta la bandera: “No hay patria sin fratría”, dictaminó.
Y se explicó, desde Euskadi, pero mirando al proceso independentista de Catalunya: “Sólo se construye un espacio público compartido sobre la base del respeto a la ciudadanía”. Un “paquete de derechos y obligaciones”, dijo, “que nos permite ser libres y responsables”. Libres, argumentó, “en nuestras ideas, el pluralismo, y en nuestros sentimientos de pertenencia, la diversi- dad”. “Pero sólo se construye fraternidad, fratría, si los sentimientos de pertenencia o la pluralidad de ideas se enmarcan en el concepto que fundamenta la democracia, la ciudadanía”, dijo.
“Con frecuencia –lamentó–, que- remos anteponer el sentimiento de pertenencia al concepto de ciudadanía, destruyendo la base y fundamento de la convivencia democrática que es la ciudadanía”. El expresidente prosiguió su tesis, ante un auditorio en expectante silencio: “Sólo se puede ser libre en una sociedad de ciudadanos, donde nadie es más que nadie ni nadie define el sentimiento de identidad del otro”.
Y celebró que, ya sin la amenaza de ETA, “se puede pasear por cualquier rincón” de Euskadi. Lo puso como mejor ejemplo para “convivir respetando la diversidad, no sólo por tolerancia sino por comprender al otro y compartir la ciudadanía con el otro, sea cual sea su sentimiento de pertenencia”. Partiendo del caso vasco, aterrizó en la cuestión catalana: “Es imposible organizar una convivencia democrática sin aceptar la pluralidad y la diversidad. Y cuando no se acepta, se tensa la cuerda fracturando las sociedades y haciéndolas no gobernables. La legitimidad para gobernar la tienen las mayorías, respetando a las minorías. Y las mayorías por definición son cambiantes. Pero la legitimidad mayoritaria, la legitimi- dad del voto no puede estar por encima de la ley o despreciando la ley. Tiene que ser en el ámbito de la ley, incluso para cambiar la ley hay que aceptar la ley, no romperla”.
“La única manera de organizar la convivencia es respetar la ley. Aunque no se puede confundir la ley con las tablas de la ley, la ley define un marco de convivencia”, insistió. “No hay democracia si no se fundamenta en la ciudadanía, no hay legitimidad por el voto si no se respeta la legalidad, el voto no legitima todo, legitima la posibilidad de aplicar la ley y de cambiarla por los mecanismos previstos en la ley”.
González siguió: “Este espacio público que compartimos sólo desde 1517 y que se llama España, tiene tendencia a perder el rumbo”, advirtió. “Ahora se dice que tenemos un problema catalán, pero creo que tenemos un problema español. Parece que perdemos la perspectiva, la orientación, el norte. Tenemos mucha tendencia a despistarnos”, alertó. Entre los liquidacionistas y los inmovilistas, criticó, “hay muy poco espacio para las reformas, para el reformismo, para el avance ordenado e incluyente, mediante el diálogo y el acuerdo, sobre la concepción de la ciudadanía como el fundamento de la convivencia”.
“Tenemos un problema de proyecto de España”, insistió. Y animó a combatir el inmovilismo y el liquidacionismo “de los inventores de patrias nuevas a cada rato, sin tener en cuenta el peso de la historia”. González instó al PSOE a “encontrar su ruta, porque de eso depende que la ruta de España también se reencuentre”. La única manera, aseguró, son las reformas. Y el único ejemplo de reforma con voluntad de pacto, entendimiento, diálogo y acuerdo desde la Constitución de 1812, dijo, fue la de 1978. “Este pacto nos ha permitido convivir, y todos, dentro de la diversidad, nos reconciliamos con nuestro pasaporte”.
“Eso empieza a romperse y salirse del carril”, avisó, pero ¿para mejorar la convivencia? “Sólo se construye mediante la reforma, nada se inventa completamente ex novo”, dijo, para criticar el “adanismo” que atribuyó a algunas corrientes políticas. “Tenemos que volver a recuperar un sentido de país”, zanjó.
Tras las sentidas palabras de Alfonso Guerra, y las largas reflexiones de González, Pedro Sánchez cerró el acto apostando por la reforma de la Constitución, que consideró que “no son tablas sagradas ni un texto inmutable, sino un acuerdo entre ciudadanos, diferentes en identidad pero iguales en derechos”. Y con un compromiso: “Hoy, cuando tantos puentes están rotos o en riesgo de ruptura, reivindico la vigencia de la buena política del diálogo y del acuerdo”. La que hizo posible la Constitución, los pactos de la Moncloa o el fin de ETA. “La buena política que aspiro a liderar desde Moncloa a partir de diciembre es la que nos hará transformar de nuevo España, entre todos, no unos contra otros”, aseguró el líder del PSOE. Durante el largo acto, eso sí, no hubo ni una alusión al cupo vasco que ha abierto fricciones en la familia socialista. Era un día de unidad, no de disensiones internas.
El expresidente receta situar el concepto de ciudadanía por delante del “sentimiento de pertenencia” El líder del PSOE apuesta por reformar la Constitución: “No son tablas sagradas ni un texto inmutable”