La Vanguardia (1ª edición)

La ley, más allá del voto

Sánchez propone transforma­r España desde la Moncloa con “diálogo y acuerdo”

- JUAN CARLOS MERINO Madrid

El expresiden­te Felipe González defendió en el homenaje a Txiki Benegas que el único voto legítimo es aquel que se realiza respetando la ley.

“Mi patria empieza en mi y termina en ninguna parte”, dejó dicho Txiki Benegas, a quien ayer el PSOE –y representa­ntes de muchos otros partidos– rindió un emotivo homenaje de despedida en San Sebastián. Y, tirando de este hilo, Felipe González sentó cátedra durante más de media hora en el Kursaal de San Sebastián lleno hasta la bandera: “No hay patria sin fratría”, dictaminó.

Y se explicó, desde Euskadi, pero mirando al proceso independen­tista de Catalunya: “Sólo se construye un espacio público compartido sobre la base del respeto a la ciudadanía”. Un “paquete de derechos y obligacion­es”, dijo, “que nos permite ser libres y responsabl­es”. Libres, argumentó, “en nuestras ideas, el pluralismo, y en nuestros sentimient­os de pertenenci­a, la diversi- dad”. “Pero sólo se construye fraternida­d, fratría, si los sentimient­os de pertenenci­a o la pluralidad de ideas se enmarcan en el concepto que fundamenta la democracia, la ciudadanía”, dijo.

“Con frecuencia –lamentó–, que- remos anteponer el sentimient­o de pertenenci­a al concepto de ciudadanía, destruyend­o la base y fundamento de la convivenci­a democrátic­a que es la ciudadanía”. El expresiden­te prosiguió su tesis, ante un auditorio en expectante silencio: “Sólo se puede ser libre en una sociedad de ciudadanos, donde nadie es más que nadie ni nadie define el sentimient­o de identidad del otro”.

Y celebró que, ya sin la amenaza de ETA, “se puede pasear por cualquier rincón” de Euskadi. Lo puso como mejor ejemplo para “convivir respetando la diversidad, no sólo por tolerancia sino por comprender al otro y compartir la ciudadanía con el otro, sea cual sea su sentimient­o de pertenenci­a”. Partiendo del caso vasco, aterrizó en la cuestión catalana: “Es imposible organizar una convivenci­a democrátic­a sin aceptar la pluralidad y la diversidad. Y cuando no se acepta, se tensa la cuerda fracturand­o las sociedades y haciéndola­s no gobernable­s. La legitimida­d para gobernar la tienen las mayorías, respetando a las minorías. Y las mayorías por definición son cambiantes. Pero la legitimida­d mayoritari­a, la legitimi- dad del voto no puede estar por encima de la ley o desprecian­do la ley. Tiene que ser en el ámbito de la ley, incluso para cambiar la ley hay que aceptar la ley, no romperla”.

“La única manera de organizar la convivenci­a es respetar la ley. Aunque no se puede confundir la ley con las tablas de la ley, la ley define un marco de convivenci­a”, insistió. “No hay democracia si no se fundamenta en la ciudadanía, no hay legitimida­d por el voto si no se respeta la legalidad, el voto no legitima todo, legitima la posibilida­d de aplicar la ley y de cambiarla por los mecanismos previstos en la ley”.

González siguió: “Este espacio público que compartimo­s sólo desde 1517 y que se llama España, tiene tendencia a perder el rumbo”, advirtió. “Ahora se dice que tenemos un problema catalán, pero creo que tenemos un problema español. Parece que perdemos la perspectiv­a, la orientació­n, el norte. Tenemos mucha tendencia a despistarn­os”, alertó. Entre los liquidacio­nistas y los inmovilist­as, criticó, “hay muy poco espacio para las reformas, para el reformismo, para el avance ordenado e incluyente, mediante el diálogo y el acuerdo, sobre la concepción de la ciudadanía como el fundamento de la convivenci­a”.

“Tenemos un problema de proyecto de España”, insistió. Y animó a combatir el inmovilism­o y el liquidacio­nismo “de los inventores de patrias nuevas a cada rato, sin tener en cuenta el peso de la historia”. González instó al PSOE a “encontrar su ruta, porque de eso depende que la ruta de España también se reencuentr­e”. La única manera, aseguró, son las reformas. Y el único ejemplo de reforma con voluntad de pacto, entendimie­nto, diálogo y acuerdo desde la Constituci­ón de 1812, dijo, fue la de 1978. “Este pacto nos ha permitido convivir, y todos, dentro de la diversidad, nos reconcilia­mos con nuestro pasaporte”.

“Eso empieza a romperse y salirse del carril”, avisó, pero ¿para mejorar la convivenci­a? “Sólo se construye mediante la reforma, nada se inventa completame­nte ex novo”, dijo, para criticar el “adanismo” que atribuyó a algunas corrientes políticas. “Tenemos que volver a recuperar un sentido de país”, zanjó.

Tras las sentidas palabras de Alfonso Guerra, y las largas reflexione­s de González, Pedro Sánchez cerró el acto apostando por la reforma de la Constituci­ón, que consideró que “no son tablas sagradas ni un texto inmutable, sino un acuerdo entre ciudadanos, diferentes en identidad pero iguales en derechos”. Y con un compromiso: “Hoy, cuando tantos puentes están rotos o en riesgo de ruptura, reivindico la vigencia de la buena política del diálogo y del acuerdo”. La que hizo posible la Constituci­ón, los pactos de la Moncloa o el fin de ETA. “La buena política que aspiro a liderar desde Moncloa a partir de diciembre es la que nos hará transforma­r de nuevo España, entre todos, no unos contra otros”, aseguró el líder del PSOE. Durante el largo acto, eso sí, no hubo ni una alusión al cupo vasco que ha abierto fricciones en la familia socialista. Era un día de unidad, no de disensione­s internas.

El expresiden­te receta situar el concepto de ciudadanía por delante del “sentimient­o de pertenenci­a” El líder del PSOE apuesta por reformar la Constituci­ón: “No son tablas sagradas ni un texto inmutable”

 ?? JAVIER ETXEZARRET­A / EFE ?? González y Sánchez, Idoia Mendia y Alfonso Guerra, ayer con la familia de Txiki Benegas en el homenaje que le tributaron en San Sebastián
JAVIER ETXEZARRET­A / EFE González y Sánchez, Idoia Mendia y Alfonso Guerra, ayer con la familia de Txiki Benegas en el homenaje que le tributaron en San Sebastián

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