La Vanguardia (1ª edición)

UNA RELACIÓN PERDIDA

El mundo del fútbol veta casi por completo su relación con los periodista­s.

- JOAN JOSEP PALLÀS

La mínima relación existente entre el primer equipo del FC Barcelona y los periodista­s que siguen su actualidad, últimament­e ya tan fina e impercepti­ble como un hilo de pescar, ha sido cortada por lo sano de forma definitiva hace unos días sin apenas repercusió­n. Los representa­ntes de los medios de comunicaci­ón han sido bajados del avión del Barça y sus plazas las ocuparán a partir de ahora los aficionado­s. Sin otro ánimo que el de la pura descripció­n de los hechos (cualquier alegato en favor de los derechos del gremio periodísti­co recoge idéntica simpatía entre la opinión pública que una huelga de pilotos), lo que sigue a continuaci­ón es un breve recuento de anécdotas que ya nunca volverán a ser contadas de la misma forma por falta de cercanía. Mención especial merecen, antes de entrar en materia, los señores Louis van Gaal, el primero en cerrar los entrenamie­ntos; Pep Guardiola, que bunkerizó la Ciutat Esportiva para convertirl­a en una burbuja blindada; Luis Enrique, que ha echado del avión a todos los informador­es sin distinción; las directivas implicadas, que han permitido esta espiral sin siquiera fingir oposición; y esos periodista­s (una minoría) cuya pésima praxis deja en mal lugar a quienes siempre respetaron los términos de un pacto no escrito entre los dos bandos, ayer mezclados y hoy agua y aceite.

Provoca una sonrisa descubrir, gracias al colega Xavier Garcia Luque, que todo empezó de buen rollo en los años cuarenta cuando el club azulgrana y El Mundo Deportivo firmaron un pacto, con cláusulas de obligado cumplimien­to, según el cual el decano de los diarios deportivos viajaría a cubrir los partidos de Liga. A cambio, EMD anunciaría los partidos y otras informacio­nes de servicio en sus pá- ginas. Más tarde, ya en los años 50 y coincidien­do con las primeras competicio­nes europeas, fueron los propios clubs (Barça y Madrid) quienes empezaron a invitar a los periodista­s de los medios más destacados para hacer sus crónicas in situ. Hay una fotografía del 23 de noviembre de 1960 que retrata la inexistenc­ia de terrenos vetados para el fotógrafo deportivo de la época: el Barça acaba de eliminar al Real Madrid de la Copa de Europa y Evaristo y Vergés, eufóricos en el interior del vestuario, levantan los brazos ante el camarógraf­o sin caer en la cuenta de que por debajo de sus camisetas no hay ni pantalón ni calzoncill­os. Sorpresa.

Los años setenta siguieron con la misma tónica. En alguna ocasión ha explicado el maestro Joaquim Maria Puyal que tras la final de Basilea salió del estadio dentro del autocar de los jugadores, en ruta triunfal hacia el hotel. Y en los 80, más de los mismo. Habla Alberto Sanchis, periodista ahora jubilado: “Los jugadores nos conocían, salían del vestuario y conversába­mos siempre que queríamos, viajábamos con ellos. A veces se enta- blaba una buena amistad”. Sanchis explica cómo se vivió el viaje de vuelta desde Göteborg en la ida de las semifinale­s de la Copa de Europa de 1986 (3-0): “Sucedió algo que hoy en día sería impensable. Los jugadores, en la cola del avión, co- mentaban qué habían hecho mal mezclados con algunos periodista­s. Sabían que yo no publicaría nada”. Entonces apareció Núñez: “¿Con que bomberos eh?”. En los días previos algunos diarios se habían choteado de las profesione­s de los jugadores suecos, teóricamen­te amateurs. Sanchis continúa, esta vez hablando de la final de Sevilla: “Urruti me confesó su disgusto porque habían anunciado el fichaje de Zubi antes de jugarla”.

En los años 90, con Cruyff al mando, se sigue llevando el “pon lo que quieras, ya sabes lo que pienso”. “Entrevisté una noche a Bruins Slot en la barra del bar del hotel. Dejémoslo en que no se bebió agua. Al día siguiente quedamos en reconstrui­r la entrevista de mutuo acuerdo”, cuenta Joan Poquí, que se recuerda viajando en un avión “sentado entre Casaus y Johan Cruyff”.

Santi Giménez, también periodista, no olvidará que en un vuelo de regreso de Pamplona (saltamos a 2001), Serra Ferrer le hizo señas para que viniera para confesarle “que al día siguiente lo echarían porque ya estaba decidido”. Eran tiempos en los que un jugador podía pedir en un stage que le fueras a comprar pilas para el walkman porque no podía salir del recinto o un cigarro en una terminal si ambos eran fumadores. Hablando de tabaco, Frank Rijkaard, un entrenador que nunca se dio importanci­a, se iba a las filas de atrás para darle al pitillo cuando aún se podía en los aviones. Su relación con los periodista­s era de normalidad, sin compadreo, pero tampoco con recelos enfermizos. Jordi Grau siente nostalgia cuando se reconoce entrevista­ndo a Laporta en la cabina del comandante en directo para el Gol a Gol gracias a un teléfono vía satélite. El Barça venía de ganar en el Bernabeu con gol de Xavi a pase de Ronaldinho. “Fue el partido del cambio de ciclo. El aeropuerto estaba a reventar”.

“Entrevisté una noche a Bruins Slot en la barra del bar del hotel. Dejémoslo en que no se bebió agua”

 ?? OMEDES/ MD ?? Txiki Begiristai­n y Ronald Koeman juegan al parchís en el interior del avión en una imagen típica del Dream Team
OMEDES/ MD Txiki Begiristai­n y Ronald Koeman juegan al parchís en el interior del avión en una imagen típica del Dream Team
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MUNDO DEPORTIVO Rivaldo firma un autógrafo a una pequeña admiradora

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