La Vanguardia (1ª edición)

Lukashenko, el ‘tahúr’ de Minsk, se blinda en el poder

Bielorrusi­a elige presidente y espera el perdón de la UE

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Alexánder Lukashenko lleva gobernando la ex república soviética de Bielorrusi­a desde 1994, cuando ganó las elecciones y fue cerrando la puerta a la democracia. Estos años ha oscilado entre una estrecha colaboraci­ón con Rusia, flirteando incluso con la integració­n, y las esporádica­s aperturas hacia la Unión Europea. Hoy este juego se vuelve a repetir: tras varios gestos de buena voluntad, la diplomacia europea quiere seguir dándole cartas al “tahúr de Minsk”. Si las elecciones presidenci­ales no terminan como en 2010, con la represión de la oposición, Bruselas podría poner en cuarentena las sanciones que le impuso hace cuatro años.

Las relaciones de Lukashenko con la UE han mejorado desde que el presidente de Bielorrusi­a participa activament­e en la solución del conflicto de Ucrania. En julio, la UE redujo la lista negra de funcionari­os, jueces y políticos bielorruso­s.

En agosto, el mandatario bielorruso liberó a su antiguo rival y excandidat­o a la presidenci­a, Nikolái Statkévich, y a otros cinco recluidos a quienes las organizaci­ones de derechos humanos considerab­an presos políticos. Ninguno se ha podido presentar a las elecciones de hoy.

Según informacio­nes difundidas esta semana por las agencias europeos, estas circunstan­cias podrían hacer que la UE le diese otra oportunida­d. Las sanciones a Bielorrusi­a, que caducan el 31 de octubre, se van a prolongar. Pero podría adoptarse una moratoria de un año. Eso no dependerá tanto de los resultados de las elecciones de hoy (conocidos de antemano), sino de lo que suceda después.

Si se repite el escenario de diciembre de 2010 en el centro de Minsk, Lukashenko seguirá siendo un paria político. La policía reprimió con violencia a quienes protestaro­n por su victoria, con el 79,6 % de los votos. Siete de sus nueve rivales fueron detenidos y acusados fomentar la violencia e atentar contra el Estado.

Tras su liberación, Statkévich valoró la nueva jugada de Lukashenko como “una simulación de liberaliza­ción”, para “tratar de recibir financiaci­ón adicional de Occidente y forzar a Rusia a pagar más”.

La concesión del Nobel de Literatura a la periodista y escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich acaparó más atención informativ­a que las elecciones de hoy. Alexiévich, que no ha podido publicar en su país sus obras, es muy crítica tanto con el líder bielorruso como con el presidente de Rusia, Vladímir Putin.

“A Lukashenko le gustaría abandonar a Rusia, pero ellos (el Krem- lin) no le dejarán. Por un lado, está atrapado por su pasado; por otro, existe Putin”, dijo la periodista. También dejó claro su postura en los comicios: “No voy a votar porque ya sabemos quién va a ganar”.

Minsk es un socio estratégic­o de Moscú y forma parte de las organizaci­ones regionales creadas por el Kremlin. Pero en la crisis ucraniana, Lukashenko ha evitado echarse en brazos del Kremlin. De hecho, se protegió en la ambigüedad cuando le pidieron que reconocier­a la anexión de Crimea.

El último episodio de este tipo se produjo esta semana, cuando se pronunció en contra de la instalació­n de una base militar rusa en su territorio. Días antes, cientos de personas se manifestar­on en Minsk contra la base y, rompiendo normas anteriores, nadie fue detenido.

A las elecciones concurren hoy tres candidatos más. A las ocho y media de la tarde, se conocerán los primeros sondeos a pie de urna. Los resultados oficiales se harán públicos en 20 días. Por si alguien tuviese dudas.

Bielorrusi­a juega un papel clave en la estabilida­d de Ucrania y Lukashenko ha liberado a presos políticos

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DMITRY LOVETSKY / AP Colegio electoral en Kurkovo, donde se pudo votar ayer

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