La única vía
Sólo existe una vía para evitar la independencia de Catalunya: la España de matriz castellana debe abandonar, de una vez por todas, su secular empecinamiento por diluir y asimilar la cultura e idiosincrasia catalanas, negando su evidente singularidad. No se pueden seguir ignorando o rechazando por más tiempo los muchos factores diferenciales que hacen de Catalunya una nación. España debe asumir con valentía los riesgos inherentes a dicho reconocimiento.
Al mismo tiempo, debe ofrecer un escenario político que seduzca a la gran mayoría de catalanes para que prefieran permanecer dentro del Estado español. Ese escenario pasa, necesariamente, por el concierto económico (con una cuota de solidaridad a negociar en función del PIB) y el blindaje de determinadas competencias exclusivas en materia de educación, lengua, sanidad, justicia y cultura, incluyendo la participación de selecciones catalanas deportivas en las competiciones internacionales oficiales. Sólo así se conseguirá evitar lo que, de otro modo, será inevitable.
España es un país con un potencial económico importante. Pero se pierden demasiadas fuerzas en disputas internas que perjudican gravemente su capacidad de desarrollo. Es preciso resolver cuanto antes el grave problema del encaje territorial de Catalunya, para liberarse, así, de insoportables cargas emocionales que causan parálisis y frustración social y que impiden poder dedicar todas las fuerzas disponibles a la consecución de objetivos socioeconómicos que permitan alcanzar las más altas cotas de prosperidad y de bienestar.
XAVIER PUIG Suscriptor Sant Cugat del Vallès