Ser solidario ¿a cambio de qué?
La dificultad en la captación de fondos privados y la escasez o retraso de las subvenciones públicas hacen que las asociaciones y fundaciones se lancen a la búsqueda de recursos por otras vías. Como relaciones públicas de una organización sin ánimo de lucro debo lidiar a diario con empresas y otras entidades para la cesión de espacios o materiales, la obtención de descuentos en servicios, donaciones, ayudas a la difusión de nuestra labor y otras colaboraciones.
La gran mayoría responde a nuestras demandas esperando una oferta de contraprestación. La aceptación o el porcentaje de necesidades a cubrir viene condicionado por el alcance publicitario. Serán más o menos solidarios en función de en qué medios se televise la acción, en qué periódicos se publique o en función de cuántos seguidores tengan las redes sociales donde se anuncie. Cooperando con el tercer sector de acción social, el asociacionismo, no sólo se busca favorecer la imagen social corporativa, sino también se espera la rentabilidad en costes de publicidad y marketing.
Me preocupa que se use la solidaridad como un recurso publicitario y me decepciona que los actos solidarios trasciendan del puro altruismo hasta convertirse en meras negociaciones con una sola premisa: la obtención de un beneficio.
No sé en qué momento la solidaridad dejó de ser un acto unidireccional y desinteresado para pasar a ser una serie de acuerdos o acciones que favorecen el beneficio recíproco. ¿Se perdieron los valores esenciales?
MERITXELL SACASAS SOCARRADES
Gavà