Coge la subvención y corre
Ha pasado suficiente tiempo desde el terremoto del caso Volkswagen como para empezar a sacar conclusiones. La primera, la enorme prudencia con la que, en general, todos los gobiernos implicados están actuando. Recordemos que se trata del fraude masivo más importante y escandaloso de la historia moderna del automovilismo, inédito por su magnitud y alcance. Millones de coches vendidos a las principales economías desarrolladas del mundo que incumplen de forma expresa las normas sobre contaminación atmosférica y que, gracias a una trampa, se beneficiaban de ayudas y subvenciones por, supuestamente, contaminar menos.
Para empezar, el país que ha denunciado el fraude. Estados Unidos, al hacerlo público, además de anunciar la prohibición de seguir vendiendo más coches diésel de la marca, ya moderó el tono, asegurando que quizá Volkswagen no tendrá que hace frente a unos 18.000 millones de dólares en multas porque, posiblemente, se podría llegar a un acuerdo. Inmediatamente, Corea del Sur emitió un duro comunicado anunciando investigaciones exhaustivas sin descartar represalias y multas contra el fabricante tramposo y, de rebote, contra todos los fabricantes de coches alemanes. Nada que extrañar
Sólo tienes que ser suficientemente grande y estratégico para que engañar y mentir te salga gratis
si tenemos en cuenta que los coreanos son parte interesada como fabricantes de vehículos en directa competencia con Volkswagen y sus filiales.
En Europa, las reacciones gubernamentales han sido bastante moderadas. Aunque se habla de escándalo y se condena la práctica, las bocas se empequeñecen para hablar de las consecuencias a una práctica ilegal y moralmente detestable. Y el caso español es un ejemplo.
El ministro de Industria, José Manuel Soria, dijo poco después de destaparse el caso, que Volkswaen debería devolver todas las subvenciones recibidas a través del plan PIVE que incentiva la compra de coches menos contaminantes. E incluso hablaba de futuras demandas por daños y perjuicios que se estaban estudiando por parte de la abogacía del Estado. Se hablaba de mil euros por vehículo, una cifra que, multiplicada, daba unos ingresos extras para el Estado que no estaban nada mal. Incluso aseguraba que a Volkswagen “ya le parecía bien” la reclamación, punto que la filial española se apresuró a desmentir precisando que las ayudas eran para la reducción de CO y el fraude era sobre las emisiones de óxido nítrico y nitroso. En cualquier caso, una excusa de trilero. Todo esto pasaba el 29 de setiembre.
Diez días después, las cosas han cambiado. El ministro Soria se ha entrevistado con el nuevo presidente de Volkswagen, Mathias Müller, que le ha garantizado las inversiones en España recordado que, a cambio, el Gobierno les prometió incentivos y ayudas. Como si no hubiera pasado nada. El ministro Soria, por su parte, se ha felicitado de ello y ha añadido que, por lo que respecta a las ayudas del plan PIVE, se ha encargado un informe jurídico y que, además, son sólo para la contaminación por CO . De futuras demandas por daños y perjuicios, ni una palabra.
¿Moraleja? Sólo tienes que ser suficientemente grande y estratégico para que engañar, mentir y aceptar dinero público injustificadamente te salga gratis. No sé si decir de momento o una vez más.