Fuego controlado
El Liceu refuerza la seguridad en las funciones de ‘Nabucco’, en las que una antorcha hace arder el escenario
Ver arder un fuego en el escenario del Gran Teatre es algo que sigue alterando la paz de los corazones liceístas. No es que desde su reapertura en 1999 el Liceu no haya incluido este elemento de la naturaleza en sus montajes: ha estado presente, sin ir más lejos, en la Tetralogía de Wagner, y también en la rusa Kitesh. En estos casos se ha creado a partir de un gel, un pasta que se enciende y se consume. Pero en el del Nabucco de Verdi que se acaba de estrenar, el uso de propano introduce una mayor espectacularidad y resulta más alarmante por el efecto que causa que la protagonista, antorcha en mano, prenda fuego al lugar, por así decirlo. ¿En qué consiste esa parte combustible de la escenografía?
“Muy sencillo; es como un gran fuego paellero conectado por tubos a bombonas de propano. En realidad ya tiene llama cuando el personaje de Abigaille se acerca con la antorcha: lo que hacemos entonces es darle más gas”, explica el director técnico del Liceu, Xavier Sagrera. Se trata de un equipamiento certificado que el coliseo lírico barcelonés ha alquilado al Covent Garden de Londres, el teatro encargado de construir la escenografía de esta coproducción. “Destinamos una persona de efectos especiales del teatro a cuidarse sólo de eso porque desde luego no es algo trivial hacer un fuego, pero en el teatro debe poder suceder de todo, ha de poder nevar, llover… y haber fuego”.
Este “fuego paellero” es una estructura entera camuflada por la arena que preside la escena en el montaje de Daniele Abbado y que los técnicos introducen en el escenario en un cambio de escena rápido. En tres minutos limpian la arena, abren una trampilla y sacan las conducciones. Una arena que, por cierto, no es tal. “La arena es nefasta para los cantantes, levanta mucho polvo, de modo que ha sido sustituida por perlas minúsculas de porcelana. Algo de polvo si que levantan, es inevitable cuando tienes 130 personas pasando por el escenario, pero hay mucha diferencia con la arena normal”, apunta Sagrera.
El departamento de seguridad y prevención de riesgos del teatro ensaya los movimientos y dispone las medidas necesarias adicionales a las que ya tiene el teatro en detención de incendios y extinción, que en el caso del Liceu ya son exageradas debido a su historial. Se destacan dos bomberos a lado y lado del escenario equipados con extintores y se garantiza que todos los materiales que rodean el fuego sean ignífugos, ya sean telas, maderas, etcétera. Además está el cortafuegos y lógicamente el sistema de ducha a presión conectado a depósitos acumuladores de agua que en caso de emergencia les alimentan. “Hay todo un protocolo para poder hacer fuego en escena y muchas maneras de hacerlo. Lo que está claro es que aquello de la tela de seda con el foco apuntando es desastroso”, concluye Sagrera. Efectivamente, no cuela.