EN RUTA POR FILADELFIA
Filadelfia figura en el tercer lugar de las 52 ciudades del mundo que The New York Times recomendó visitar en el 2015. De la boscosa ribera del Delaware, o la zona de viviendas en la que todavía perdura el impacto de la recesión y de la desindustrialización –los sin techo están tan presentes en esta ciudad como en todas las urbes del país– a un centro cargado con la historia de la fundación de EE.UU.
CHEESESTEAKS. Si hay que recorrer la gran galería artística al aire libre, se deben recargar baterías. “Aquí en Philly, los cheesestakes son un icono cívico, una atracción turística y una obsesión cultural”, según una web oficial. Se prodigan los establecimientos en los que se ofrece el bocadillo de carne troceada con queso fundido. Hay verdaderos teóricos, expertos casi teológicos. Mejor preguntar a los lugareños.
ROCKY. Entre las esculturas urbanas se cuenta con Los luchadores, copia del siglo XIX en bronce del mismo conjunto creado en Roma, calcado de uno griego que se perdió. El de Filadelfia, de autor desconocido, representa “el ideal de la belleza”. Está en Fairmount Park, a trasmano en una visita rápida. Resulta más fácil ir al Philadelphia Museum of Art. Afuera, en un lateral, se halla Rocky, en homenaje a la película y gran escenario para las fotografías de los visitantes.
DALÍ. Al descubrir que el visitante es corresponsal de un diario de Barcelona, Norman Keyes, director de comunica- ción del gran museo de la ciudad, de inmediato le guía hacia una de las joyas. En la pared cuelga Construcción blanda con judías hervidas (premonición de la guerra civil), del pintor catalán. Keyes recuerda la gran exposición sobre Dalí de mediados de la pasada década. No lejos tienen la puerta de Duchamp, que también salió del Empordà. De regreso al exterior, ahí surge, de repente, la enigmática Dama española de Gustave Courbet y que inspiró a Miquel Molina su novela Una flor del mal (Destino).