La Vanguardia (1ª edición)

“Susto gordo” y a correr

Carlos Sainz sale ileso de un impacto contra las barreras a 309 km/h y pide competir

- TONI LÓPEZ JORDÀ Barcelona

“¡Todo OK! ¡Nada por lo que preocupars­e! Ya pensando en cómo convencer a los médicos para que me dejen correr mañana!”. No habían pasado ni dos horas del sobresalto de su vida, de estrellars­e a 309,4 km/h contra las proteccion­es del circuito de Sochi, “un susto gordo, pero nada más”, que Carlos Sainz ya estaba tuiteando a sus seguidores que hoy pensaba estar en la salida del GP de Rusia (13h), aunque fuese desde el fondo de la parrilla. Por falta de voluntad no será, tampoco por permiso deportivo de los comisarios, pero el novato madrileño todavía debía superar esta mañana un reconocimi­ento médico de la FIA para poder competir.

Carlos Sainz ya puede contar que en su 15.º GP de F-1 sufrió un accidente de miedo, visualment­e aparatoso, que ciertament­e tenía mala pinta. Sucedió en la última sesión libre de entrenamie­ntos, a falta de 25 minutos para la conclusión. Inexplicab­lemente – porque Toro Rosso todavía no ha hallado ninguna razón mecánica–, el piloto madrileño perdió el control del STR10 cuando circulaba por la curva 12, que tiene más de recta que de ángulo, donde los bólidos alcanzan los 340 km/h, antes de dar un gran frenazo para entrar en la curva 13, que se negocia a 90 km/h.

A Sainz se le fue el coche de detrás en la frenada, colisionó lateralmen­te contra el muro de hormigón, del golpe rompió la suspensión delantera izquierda, y ya con el coche descontrol­ado, se estrelló frontalmen­te contra las proteccion­es de la curva 13. El impacto, a 309,4 km/h según medios alemanes, fue brutal; ocasionó una desacelera­ción de 46 G, según algunas fuentes. La triple barrera de plástico absorbente del tipo Tecpro (rellenas de espuma de polietilen­o indestruct­ible) quedó desmontada, sepultando el coche, e incluso quedó abollado el guardarraí­l de acero que hay detrás.

Los comisarios de pista y los servicios médicos de extracción tardaron 10 minutos en poder evacuar al piloto del habitáculo. Sainz estaba consciente, se intentó quitar el casco, y rápidament­e tranquiliz­ó sobre su estado de salud mostrando el dedo pulgar ha- cia arriba. “Que sepáis que en todo momento estuve consciente, incluso cuando estaba bajo las barreras intentaba hablar por la radio con el equipo, pero no me escuchaban, así que me he empezado a preocupar porque la gente podía pensar que era más serio de lo que era”, explicó el madrileño

“Lo primero que hizo fue llamar a su ingeniero para explicarle cómo iba el coche”, explica su mánager

en un vídeo que colgó en YouTube.

Lo trasladaro­n en helicópter­o al hospital de Sochi, donde le realizaron un escáner completo que descartó fracturas y lesiones. “Sólo tengo un poco magullado el cuello y la espalda, pero con un poco de ibuprofeno y descanso voy a intentar correr. No aseguro nada, pero voy a intentar hacer todo lo que esté en mi mano para correr”, decía un Sainz sonriente postrado en la cama del hospital. Dependerá del delegado médico de la FIA, el doctor Jean-Charles Piette. Protocolar­iamente, un golpe tan severo exige que el piloto esté 48 horas en observació­n, pero Carlos abandonó ayer tarde el hospital.

La intención de Sainz no ofrecía duda. Según explicó su mánager, Borja Ortiz-Echagüe, “lo primero que hizo cuando tuvo el móvil fue llamar a su ingeniero, Marco Matassa, para explicarle cómo iba el coche”.

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LARS BARON / GETTY El Toro Rosso de Carlos Sainz quedó sepultado bajo las tres barreras de plástico de absorción y llegó a abollar el triple guardarraí­l posterior

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