Cambios en la Fira de Barcelona
La marcha de Agustí Cordón de la dirección general de la Fira de Barcelona ha desatado muchas especulaciones en torno a esta institución de máxima relevancia para la vida económica de la ciudad y su zona de influencia, así como para su imagen internacional. Un emblema de la identidad comercial de Barcelona que vive un momento especialmente dulce, con el Congreso Mundial de Móviles atado hasta el 2023 y con su gran competidora, la madrileña Ifema, en horas bajas.
Algunos creen intuir una súbita retirada de Cordón ante el convulso marco político, cambios en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, una de las tres instituciones que junto con la Generalitat y la Cambra de Comerç controlan la Fira, y las posibles consecuencias de las recientes resultados de las elecciones catalanas en la configuración del Govern. La Fira ha sido un refugio del mundo de los negocios, completamente autónomo, desde su refundación. Ahora, los nuevo aires sociales, el cambio de humor ciudadano, ha llevado a los nuevos representantes políticos a intentar fiscalizar más intensamente lo que ocurre en su interior. Y algunos están inquietos.
Otros apuntan a que Cordón se habría adelantado a la posible marcha del actual presidente del consejo de la Fira, Josep Lluís Bonet, también presidente de Freixenet, con quien el director general ahora de mudanza ha formado tándem durante prácticamente todo su desempeño en la institución. Bonet preside la Cámara de Comercio de España y podría dedicarse en exclusiva a ella. Sería una forma discreta, apuntan, de poner tierra de por medio, tras su significada posición contra la independencia y la consulta.
Sin embargo, en la Fira se asegura que Bonet agotará su mandato, que expira en julio del 2017, tras el que sí deberá de- jar el cargo por haber cumplido los tres periodos completos como presidente. De acuerdo con lo que fijan los estatutos ya no puede renovar.
Así las cosas, los cambios más cercanos en el consejo de la Fira son los de los consejeros Pedro Fontana (Areas), Luis Conde (Seeliger y Conde) y Miquel Martí (Moventia), a los que les tocaría renovar, y el del hotelero Jordi Clos, que ya ha alcanzado el límite de los tres mandatos y al que por tanto tocaría sustituir. Estas renovaciones y la sustitución deberían haberse producido en julio pasado, pero a la vista de la situación política en aquel momento, con los recientes cambios en el Ayuntamiento de Barcelona y la celebración de las elecciones del 27-S en el horizonte, se dejó para el pleno del consejo general de diciembre. Es discutible que tras tal postergación se hayan despejado las incógnitas.
La renovación implica un alambicado proceso de negociación institucional que le toca dirigir a Miquel Valls, en cali- dad de presidente de la Cambra de Barcelona, y regido por los estatutos aprobados en la refundación de la Fira del año 2000, cuando la Generalitat entró en el consorcio que “combina la titularidad pública con la gestión empresarial autónoma”. En ese documento se establece que las renovaciones deben ser propuestas por la Cambra. En el caso del presidente, debe ser su homónimo ca- meral. Los nombres de los candidatos deben llevarse antes a la Comisión Institucional, cuyos miembros son el presidente de la Generalitat, ahora ejerce en funciones Artur Mas, y los consellers de Economia, Indústria y Territori, por parte de la administración catalana; y las alcaldesas de Barcelona, Ada Colau, y l’Hospitalet, Núria Marín.
Después, los escogidos deben ser aprobados por el consejo general del consorcio de la Fira, en el que las tres instituciones titulares, Generalitat, Ayuntamiento y Cambra de Barcelona, tienen cuatro representantes cada una. Y esto con la condición de que en cada grupo debe haber mayoría (tres votos sobre cuatro) y que las tres instituciones en conjunto deben respaldar de forma unánime a los elegidos. Un blindaje contra el dominio de una sola entidad o corriente política, tan duro en su resistencia como endiablado en su ejecución. Y en el que las tres administraciones están condenadas a hacerse concesiones una a la otra.
Finalmente, queda el propio consejo de administración de la Fira, que es a quien corresponde, por delegación del pleno del consejo general, la elección del sustituto de Agustí Cordón. De este consejo forman parte, además de los ya mencionados Bonet, Clos, Conde, Martí y Fontanna, Núria Basi (Basi), Enric Crous (Damm), Enrique Lacalle (Meeting Point y Sil) y Carles Vilarrubí (Rotschild).
Su primera reunión ordinaria tendrá lugar el próximo martes y sobre la mesa dos opciones teóricas, bien encargar a un cazatalentos la búsqueda de un nuevo ejecutivo que dirija la entidad cameral, bien asumir directamente el nombramiento de uno.
Además, deberán pensar en el nombramiento de un nuevo ejecutivo para la Mobile World Capital, un cargo que también ostentaba Cordón, pero que ahora se considera imposible que compagine una sola persona. Mientras, estudian mecanismos para mantener algún vínculo formal con Agustí Cordón, precisamente por su relación con John Hoffman, responsable último del Congreso de Móviles y la capitalidad mundial.
La renovación implica un alambicado proceso de negociación institucional que le toca dirigir a Miquel Valls