Críticas a Merkel en Alemania por la oleada de refugiados
La canciller es cuestionada por dirigentes de su propio partido La situación provoca tensión y altercados en albergues de acogida
La decisión de Angela Merkel de apostar por la acogida masiva de refugiados en Alemania está comportando numerosos problemas a la canciller. Dirigentes locales, incluso de su propio partido, han criticado la medida. Y en el país se han registrado ya problemas de convivencia. Se han producido altercados entre refugiados de diversas nacionalidades y religiones en las colas para acceder a los alojamientos destinados a acoger a los recién llegados. Más allá de estas tensiones y de las críticas políticas, han proliferado en las últimas semanas los incendios en los albergues donde se hospedan los refugiados. El estado de opinión en Alemania también refleja la división de la sociedad ante la difícil gestión de este problema. El 48 por ciento de los alemanes no aprueba las medidas adoptadas por Merkel.
Habría resultado muy embarazoso para sus detractores arremeter en casa contra la canciller alemana, Angela Merkel, si su visión de la crisis migratoria hubiera sido bendecida el viernes con el premio Nobel de la Paz, como auguraban algunas casas de apuestas. No fue así; el preciado galardón fue para un grupo tunecino pro democracia, y la canciller que abrió las fronteras de Alemania a los refugiados debe bregar con críticas crecientes de su propio partido, dificultades logísticas en los albergues de solicitantes de asilo, y manifestaciones de la derecha populista contra los migrantes. Su popularidad en Alemania, hasta ahora robusta, empieza a decrecer.
Asaeteada por las protestas de presidentes regionales y alcaldes –los que reciben el impacto más directo del flujo masivo de migrantes–, Merkel ha nombrado a una persona de su confianza, el ministro de la Cancillería, Peter Altmaier, como coordinador general de todas las medidas relativas a refugiados.
Entre enero y septiembre, Alemania ha contabilizado a 577.307 candidatos a obtener asilo, de los que más de un tercio proceden de Siria, según cifras del Ministerio del Interior. Las autoridades han dicho hasta ahora que se cerrará el año con 800.000 solicitantes de asilo, pero el vicecanciller y ministro de Economía, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, elevó ayer la cifra a más de un millón.
Ante el descontento que empiezan a señalar las encuestas –la de ayer del Bild indicaba que ya hay más alemanes críticos con la política generosa de la canciller con los migrantes (48%) que a favor (39%)– , la propia Merkel se ha apresurado a aclarar que la acogida no implicará una subida de impuestos. Lo dijo precisamente al Bild, el diario más leído, fundamental para transmitir mensajes importantes al ciudadano alemán medio. “Podemos estar contentos de que nuestra economía
Un sondeo indica que ya hay más alemanes críticos con la gestión de los refugiados (48%) que a favor (39%) La canciller se ha apresurado a aclarar que tantos candidatos a asilo no supondrán una subida de impuestos
haya sido bien gestionada desde hace años y que nuestra situación económica esté bien”, recalcó Merkel.
Además, el Ejecutivo busca moderar el flujo, recordando también que Alemania no aceptará inmigrantes económicos, como señaló la canciller el pasado miércoles en Estrasburgo. Entre las medidas previstas –pendientes de refrendo parlamentario– figuran que los refugiados reciban en los albergues, “en la medida de lo posible”, prestaciones en especie en vez de dinero en efectivo, para reducir el atractivo de Alemania como país de acogida.
El descontento interno crece. En una misiva a Merkel, 34 gobernantes regionales y locales de la CDU
–Unión Cristianodemócrata, el partido de la canciller– criticaron el proceder gubernamental. “La actual política de fronteras abiertas no se corresponde con el Derecho europeo ni alemán, ni está en consonancia con el programa de la CDU”, escribieron. “La capacidad de acogida de Alemania se está llevando al límite, y en algunos lugares se ha agotado”, alertaron.
En Baviera –land fronterizo cuya capital, Munich, se ha convertido en puerta de entrada al país–, el Gobierno de los socialcristianos de la CSU, partido hermano de la CDU, se ha mostrado implacable. El presidente regional, Horst Seehofer, amenaza con recurrir al Tribunal Constitucional si Merkel no limita “el flujo masivo e incontrolado”. Las autoridades bávaras estiman que entre enero y septiembre han entrado en el land 280.000 migrantes. La aglomeración ha afectado a la afluencia al Oktoberfest, la fiesta muniquesa de la cerveza, que cada año atrae a miles de turistas.
Los sondeos han disparado las alarmas en las filas democristianas. Según el instituto Forsa, el respaldo al bloque conservador es ahora del 39%, es decir, 2,5 puntos menos de su resultado en las elecciones generales de hace dos años. Y la popularidad de Merkel bajó al 47%, su mínimo en lo que va de año. Otro sondeo del instituto Insa arrojó porcentajes similares. Merkel afronta horizontes turbulentos.