Grandes firmas, pocos impuestos
La OCDE quiere que las empresas globales tributen más
Las grandes multinacionales en España pagan unos impuestos que corresponden al 6% de su resultado contable, cuando el tipo nominal para las sociedades se sitúa, tras la reforma de este año, en un (teórico) 28%. Bien es cierto que entre deducciones y bonificaciones consiguen reducir su base imponible, pero las cifras indican que estos grupos consolidados no pagan cuanto se esperaría de ellos.
Estas firmas aprovechan su compleja estructura para desplazar los beneficios de una filial a otra en busca del tratamiento fiscal más favorable (incluso si en ese país ejercen una actividad limitada o inexistente). Las pymes, por su tamaño más reducido, no tienen esta posibilidad. Y suelen pagan en proporción, más del doble en carga impositiva ya que el tipo real sube hasta 14,9%.
Las grandes empresas se ahorran, gracias a la ingeniería fiscal, unos 7.226 millones de euros al año. “No son necesariamente defraudadoras. Pero levantan dudas morales y ponen en entredicho su reputación, mediante la utilización torticera de las normas con la finalidad de beneficiarse”, explica un abogado especializado. Estas artimañas son legales y, al pagar menos im- puestos, los accionistas maximizan el valor en bolsa de la compañía.
España, además, ofrece un instrumento muy apetitoso: las empresas de tenencias de valores extranjeros (ETVE), que permiten a los dividendos y las ganancias de capital que se perciben de las filiales en el extranjero no tributar en España. Las ETVE integradas en grupos consolidados obtuvieron un beneficio exterior exento de 1.127 mi- llones. Para el Ministerio de Economía son “sociedades instrumentales cuya existencia obedece a estrategias de optimización fiscal dentro de un mismo grupo empresarial y en muchos casos carecen de efectos económicos directos”.
La OCDE hace una semana ha decidido tomar cartas en el asunto, ante la evidencia de que “tanto los contribuyentes a título individual como las empresas nacionales soportan una mayor carga impositiva que las firmas internacionales, que consiguen tributar a un tipo impositivo bajo o hasta nulo”. Esta organización considera que con esta elusión fiscal los estados pierden entre el 4% y el 10% de la recaudación del impuesto de sociedades, entre 88 mil y 211 mil millones de euros anuales. Este organismo (junto a los países miembros del G-20) ha lanzado el programa BEPS (lucha contra la erosión de la base imponible) y espera que el acuerdo se ratifique en el 2016. Se prevé, en sus 12.000 páginas de comentarios y borradores, una batería de medidas para limitar estas prácticas abusivas, con la obligación para las grandes empresas de declarar a cada estado el beneficio efectivo realizado en su territorio. Al facilitar el intercambio automático de información, se podrá evitar renegociar los más de 3.000 convenios de doble imposición vigentes entre países.
Pedro Aguarón, socio del departamento fiscal de Baker & McKenzie, considera que “la tendencia e intención de los papeles de BEPS van hacia una mayor transparencia, donde la tributación internacional se alinee con el lugar o país donde se realizan las operaciones. Yo creo que las cosas van a cambiar, tal vez en un porcentaje que no será tan ambicioso como se pretende, pero aun así será importante”.
Pero quedan incógnitas. Baste pensar que el 85% de las empresas del Ibex 35 tiene una sucursal en un paraíso fiscal. José María Mollinedo, secretario general de Gestha, reconoce que el convenio tardará en ser efectivo. “Ya sería mucho si se implantaran unos estándares mínimos”. Hay varios escollos: las firmas estadounidenses tecnológicas, que en Europa minimizan su tributación, están nerviosas. Y países con mínima carga impositiva para sociedades, como Holanda o Irlanda, no darán su brazo a torcer.
Los grupos consolidados buscan el régimen más favorable en cada país