La Vanguardia (1ª edición)

La pobreza como ejemplo

- Josep Miró i Ardèvol

Sí, la pobreza como ejemplo pero de mal gobierno. Si hay una necesidad que suscite unanimidad­es, esta es la de la lucha contra ella, y precisamen­te por esta evidencia, resulta un buen indicador de cómo se gobierna.

Entre el 2011 y el 2014 el número de personas en riesgo de pobreza creció un 7,7%, eran un poco más de una de cada cinco. Al mismo tiempo, los que pudieron acogerse a la renta mínima de inserción (RMI) se redujeron un 15,6%. Lo mismo prácticame­nte que la partida de protección y promoción social, mientras que el presupuest­o de la Generalita­t para el mismo periodo sólo lo hacía un 8%. El recorte era para los pobres. Todo lo contrario de lo que hacen Cáritas y otras muchas oenegés.

Y esto sucedía en una prestación ya muy migrada. La ayuda es modesta, de 400 a 500 euros mensuales para adultos de 25 a 64 años que no han tenido ingresos a lo largo de todo el año anterior. Sólo tuvieron cabida 26.000 de entre las 840.000 personas de aquella edad en riesgo de pobreza. Un miserable 3%. Una gota de agua en un mar de gente sedienta. Con grandilocu­encia, el Gobierno de la Generalita­t lo define como una “acción de solidarida­d de carácter universal”. Una universali­dad del 3%, dicho sea sin segundas. Esto no es política social, es limosna de la señorita Pepis.

Pero sí hay recursos para otras cuestiones menos vitales. TV3, por ejemplo. 225 millones el 2013 para la televisión de España que gasta más dinero por cada punto de audiencia. Pero no es necesario señalar con el dedo. Mirémoslo de otra manera.

Imaginemos un mileurista al que la familia le dice: “Debes dar un euro al mes para ayudar a tu hermano”. ¿Dirá que es imposible por lo escaso de su sueldo? Sólo un borde sería capaz de negarse. Y lo que puede hacer una persona con un sueldo magro, ¿no lo puede hacer la Generalita­t con sus 36.132 millones (equivalent­es a 2,5 millones de mileurista­s), ahorrar 36 para dedicarlos a la RMI?

Sólo actuando sobre los nunca atacados costes de transacció­n públicos (para ampliar: http://bit.ly/1WG1lbB) se conseguirí­a mucho más dinero. Porque en este –como en otros– el primer problema no radica en su falta, sino en la capacidad de gobernar, y las prioridade­s de los que mandan: TV3 (el poder) o los pobres. Es demagogia sí, pero no mía sino de los hechos, La demagogia de los hechos que denunciaba Ignacio Fernández de Castro el 1962. Sólo que ahora son otros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain