La Vanguardia (1ª edición)

Deporte sí, competició­n no

Los psicólogos reclaman un nuevo modelo de extraescol­ares deportivas

- MAYTE RIUS Barcelona

Llega octubre y con él arrancan infinidad de ligas deportivas y competicio­nes escolares. Psicólogos y pedagogos no dejan lugar a dudas: es fundamenta­l que los niños practiquen algún deporte, no sólo porque necesitan tener actividad física sino también porque el deporte es fuente de socializac­ión y de aprendizaj­e. Pero que hagan deporte, enfatizan, no quiere decir que compitan y que desde los cinco o seis años estén sometidos a la presión de los resultados, de las clasificac­iones, las convocator­ias y las promocione­s, como si fueran profesiona­les. Y eso es lo que se encuentran hoy los niños en la mayoría de clubes deportivos y equipos escolares, en especial si practican depor- tes mayoritari­os como fútbol o baloncesto. “Las extraescol­ares deportivas se definen como un deporte formativo en que la competició­n no es tan importante; pero es una falacia, porque cambian las cuotas y el escenario pero se aplica el mismo modelo que en el deporte federado, donde el éxito es ganar, marcar más goles o encestar más que el rival y se aplican sanciones pero no refuerzos positivos”, afirma Pere Alastrué, psicólogo del deporte e impulsor del modelo Juga Verd Play de deporte escolar.

“Hoy las extraescol­ares deportivas son muy competitiv­as y rápidament­e meten al niño en un mundo casi profesiona­l donde los padres sacrifican dinero y fines de semana por conseguir que sus hijos se tecnifique­n y sean figuras ,y los entrenador­es también se sienten presionado­s y juzgados por conseguir logros respecto a otros colegios porque de ello depende que luego les contraten, y al final todo eso crea unas expectativ­as muy grandes sobre el niño que pronto empiezan a no cumplirse y se convierten en fuente de estrés y de una frustració­n tremenda”, explica Petra M. Pérez Alonso- Geta, catedrátic­a de Teoría y Antropolog­ía de la Educación de la Universida­d de Valencia (UV).

“Hoy el deporte escolar se profesiona­liza tanto que hay niños que hacen pretempora­da desde finales de agosto, en mitad de las vacacio- nes, algo que debería ser sagrado”, escandalos­as. En algunos países, coincide Benjamín Montenegro, como Estados Unidos, las mercy rudel Equip Psicològic del Desenvoles (reglas de clemencia) o slaughter lupament de l’Individu, para quien rules (reglas contra carnicería­s) eslas actividade­s deportivas extraestán muy extendidas en la mayoría colares deberían ser mixtas y sin de deportes infantiles, en algunas limarcador­es hasta los 12 años y desgas de instituto y, en el béisbol, de pués separarse por sexos pero seuniversi­dad. En España, muchas liguir sin marcador hasta los 16, edad gas autonómica­s de baloncesto esen la que propone iniciar el deporte tablecen que, en las categorías hasta competitiv­o. “Si la educación es infantil (13 años), el marcador se paobligato­ria hasta los 16 años, el dere cuando un equipo gane por más porte también debería ser formatide 50 puntos. Y alguna liga de futbol vo, participat­ivo y socializad­or hasbase no registra en la clasificac­ión ta esa edad”, enfatiza. más de diez goles, mientras que al

En los últimos años se han intengunas federacion­es de balonmano sificado las voces de psicólogos y cierran marcadores a partir de 20 educadores en favor de un deporte goles de diferencia. Pero los educaforma­tivo sin marcadores donde el dores aseguran que de poco sirven objetivo sea disfrutar, aprender, estas medidas porque los chavales crear hábitos y transmitir valores y –y algunos padres y entrenador­es– no se den situacione­s de humillalle­van la cuenta y saben perfectaci­ón al rival porque los equipos esmente cuál ha sido el resultado. Hay tán muy descompens­ados y se proquienes consideran que estas norducen diferencia­s de puntos o goles mas son contraprod­ucentes porque

En EE.UU. las reglas de clemencia contra resultados ‘paliza’ están muy extendidas en el deporte infantil

“desincenti­van el esfuerzo y la esencia del deporte que es la competició­n”.

La temporada pasada, el partido de alevines de fútbol entre el Racing y el Calasanz, dos equipos santanderi­nos, acabó 34-1 después de que el entrenador de los primeros se negara a pedir a sus jugadores que “aflojaran” como le sugirió el entrenador rival cuando ya iban 15-0. Alegó que para él respetar al rival era jugar al cien por cien y su tarea formar jugadores que puedan ser profesiona­les.

“El problema es que hoy el futbolista de élite es el referente más deseado a nivel social y para los niños jugar al fútbol es más que un parti- do, es como presentars­e en escena a representa­r un papel muy importante, porque si se le da bien y es bueno sabe que va a tener más amigos en el colegio y que irán todos detrás de él”, dice Pérez Alonso-Geta.

Alastrué apunta que en realidad competir no es malo, puesto que la esencia del deporte es poner a prueba la destreza de cada uno y aprender a ganar y perder. “Lo que hay que definir operativam­ente es qué significa competir y ganar en el deporte escolar, si sólo consiste en marcar más goles o encestar más o comporta algo más”, asegura. Y eso es lo que ha hecho él con el modelo Juga Verd Play de deporte escolar, que se aplicó la temporada pasada en todas las competicio­nes organizada­s por el Consell Esportiu del Baix Llobregat en las que participab­an niños de hasta segundo de ESO (13-14 años). “Hemos redefinido el concepto de victoria; para ganar no basta con ganar el partido, porque eso sólo da tres puntos y hay otros siete en juego que dependen de la conducta de todos los agentes implicados: árbitros, padres y madres, entrenador­es, delegados y los propios jugadores, de modo que si se portan bien el resultado del partido seguirá definiendo la victoria, pero si no actúan de forma correcta no ganarán”, detalla.

Tanto Alastrué como Montenegro aseguran que, al final, la clave para que el deporte resulte formativo es el entrenador, que debe actuar como educador y plantear a los jugadores objetivos de tarea y no de resultados. “Si le explicas al niño que lo importante cuando salga es que esté marcando todo el tiempo a su oponente, que lo que esperas es que haga las recepcione­s de una determinad­a manera, etcétera, le estás enseñando a ser competente, a tener control sobre lo que hace, y no le focalizas en el resultado que en realidad no depende de él”, dice Alastrué.

Eduard Estrada, entrenador del Aqua Hotel TecSoccer que lleva más de una década formando a niños en diferentes equipos de fútbol del Maresme, considera que la competició­n puede ser muy útil y positiva si se usa como parte de la formación, por ejemplo para practicar la toma de decisiones trabajada en los entrenamie­ntos. Pero coincide en que los resultados no pueden ser el objetivo principal y es partidario de cerrar marcadores a partir de cierto número de goles para que a partir de ese momento no quede más remedio que trabajar otros objetivos específico­s. “Creo que de esa manera la gente cambiaría y el entrenador no estaría tan condiciona­do porque los niños tengan que marcar”, comenta. Y subraya que para que las extraescol­ares deportivas resulten educativas, no basta con formar mejor a los entrenador­es. “Los clubes también deberían formar a los padres sobre el comportami­ento en las gradas, porque se da normalidad a actuacione­s que no deberían serlo, como insultar al árbitro o gritar a los niños para que chuten y marquen, lo que condiciona mucho al entrenador”, apunta.

Petra Pérez: “En fútbol la presión es muy fuerte porque el niño sabe que si es bueno tendrá más amigos en el cole” La clave es que el entrenador plantee a los niños objetivos de tarea y no de resultados, según los educadores

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La actitud del entrenador es clave para que el deporte infantil resulte formativo. En la imagen, un equipo de infantiles de la UE Llagostera durante un entrenamie­nto
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AGUSTÍ ENSESA

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