La Vanguardia (1ª edición)

No me gusta el sadismo

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Sintonizo Al rojo vivo, en La Sexta, donde el inefable Ferreras –un martillo neumático televisivo– tiene como invitados a Tania Sánchez, quien no sé bien si es podemita, ha vuelto a Izquierda Unida o propugna su propio partido, de izquierdas, evidenteme­nte, y a Fernando de Páramo, considerad­o el arquitecto de los actos electorale­s de Ciudadanos –mítines cortos y veloces, de gran impacto mediático–, o sea dos emergentes, palabro que ahora se aplica a los representa­ntes de la presunta nueva política y que antes se empleaba para designar cetáceos, ballenas, por ejemplo, que emergían del mar, o el pintoresco monstruo del lago Ness, que también emergía periódica e inopinadam­ente para mantener su leyenda nunca confirmada.

Pero ahora no, ahora se emerge en la política y en la economía. Brasil, por ejemplo, es una economía emergente, aunque, de nuevo, los brasileños corran peligro de ahogarse. En la política que por estos lares padecemos y hasta animamos, Ciudadanos y Podemos son las dos fuerzas emergentes por antonomasi­a, aunque últimament­e las CUP catalanas les disputen también el título, aparte de causarle no pocas jaquecas a don Artur Mas.

Pero volvamos al programa de Ferreras y es que Sánchez y Páramo se enredaron en un rifirrafe de varios minutos, en el que cada uno apenas había hablado segundo y medio, cuando el otro le interrumpí­a, siendo este a su vez interrumpi­do por su contrincan­te dialéctico, formando un guirigay absolutame­nte ininteligi­ble, pues al espectador le resultaba imposible llegar a saber qué decían. Extraña manera de polemizar, ¡¡voto al chápiro verde!! que abrían dicho el Guerrero del Antifaz o incluso el Capitán Trueno, héroes hispanos de nuestra infancia. Pese al griterío, Ferreras no les cortaba la palabra, que habría sido lo procedente en un programa televisivo en directo, donde es fundamenta­l e inexcusabl­e que todo pueda ser entendido. Y uno tuvo la impresión de que el martillo hidráulico se limitaba a rellenar espacio temporal.

Antes emergían las ballenas, ahora emergen partidos políticos, mientras los periodista­s asumimos el sadismo

Y es que el conductor de Al rojo vivo estaba aguardando a saber cómo le había ido a don Rodrigo, que ese día declaraba ante el juez, el cual le retiró el pasaporte. Conocida la noticia en riguroso directo, Ferreras pasaba unas imágenes de las cuales sólo podía desprender­se que don Rodrigo es un tipo nada recomendab­le. El montaje era de tal dureza, que otro de los contertuli­os, Gaspar Llamazares, se vio abocado a comentarlo “sin ensañamien­tos”, pues aquello era un auto de fe medieval con tecnología punta. Rubén Amón, otro tertuliano presente en ARV, comentaba que lo fácil ahora era sacar una pica y clavar en ella una cabeza (la de don Rodrigo, claro), por lo que reclamaba no traspasar los límites de la presunción de inocencia. Pero no, preferimos la “pena de telediario” y el linchamien­to mediático, ya que, como bien dice el propio Amón, “los periodista­s asumimos ese papel sádico, forzamos para que los titulares sucedan”.

Pues a mí –llámenme blando o mojigato, si les place– no me gusta el sadismo, ni en la cama ni en la tele.

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Alfred Rexach

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