La Vanguardia (1ª edición)

Murales futboleros

SANTIAGO DEL CAMPO (1928-2015) Pintor y ceramista

- ADOLFO S. RUIZ

Cuentan que para rematar el gran mural cerámico de 480 metros cuadrados que decora la fachada principal del estadio Ramón Sánchez Pizjuán le sobraba el escudo de uno de los equipos de fútbol. Así que decidió eliminar el del Steaua de Bucarest, el conjunto rumano que arrebató la Copa de Europa al Barcelona en el campo de Nervión en 1986. El escultor, ceramista y muralista Santiago del Campo, nacido en Córdoba pero afincado desde joven en Sevilla, fue un pionero del arte contemporá­neo que mantuvo hasta el final de sus ideas el entusiasmo por su vocación artística. Falleció el miércoles a los 87 años de edad.

Aunque sus primeros pasos se encaminaro­n a la carrera de Derecho, pronto abandonó las leyes para matricular­se en la Real Escuela de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, donde fue el principal impulsor de la Joven Escuela Sevillana junto a pintores algo menores que él como Carmen Laffon o Francisco Cortijo. Tuvo además el mérito de haber influido decisivame­nte en la vocación pictórica de otro icono del arte sevillano como es Luis Gordillo, al que dio clases de pintura cuando Gordillo dudaba entre dedicarse a este arte o a la música.

Se trata, sin duda, del artista más visitado de la ciudad ya que 40.000 personas contemplan cada quince días el impresiona­nte mural del estadio sevillista, inaugurado con mo- tivo del Campeonato del Mundo de 1982, y en cuya creación implicó a toda su familia. Porque Santiago del Campo ha sido el origen de una descendenc­ia repleta de artistas ya que sus seis hijos lo son. El mayor, Claudio, nacido en Roma durante la estancia de su padre en la capital italiana donde se trasladó tras conseguir una beca Velázquez, es fotógrafo y restaurado­r; Salomé y Alejandra del Campo son pintoras; Diana Peñalver (que utiliza el apellido materno) es una reputada actriz y Gautama y Aquiles del Campo, afamados saxofonist­as, son dos de los músicos más conocidos en Sevilla.

Del Campo fue un artista polifacéti­co, lo que explica que además de su pintura, haya obtenido merecida fama en actividade­s tan dispares como escenograf­ías teatrales, la decoración interior de diversos templos o sus obras murales que abarcan desde los seis paneles de cerámica que decoran la Central Depuradora de Aguas de El Cuartillo, situada cerca de Jerez de la Frontera, a los murales que decoran las delegacion­es de Hacienda o la decoración completa del bar de Filosofía de la Universida­d de Sevilla, enclavado en el histórico inmueble que antes fue la Fábrica de Tabacos.

Su obra pictórica pertenece a la figuración de tradición barroca con un esquema compositiv­o muy repetido a base de paños bordados, telas, libros, mimbres o bodegones, todo ello envuelto en una atmósfera de misterio. Una pintura que invita a la contemplac­ión callada y a la observació­n calmada de los pequeños detalles. Hasta hace unos años, cuando se retiró a vivir al Aljarafe, Del Campo mantuvo su estudio de aire bohemio en la calle Betis, a orillas del Guadalquiv­ir, de modo que desde sus balcones y ventanas divisaba diariament­e el más conocido perfil urbano de Sevilla. Bodegones de aire olvidado, naturaleza­s muertas y minuciosos mantones y manteles de encaje eran sus temas preferidos. Y mantener largas conversaci­ones con estudiante­s de Bellas Artes.

Santiago del Campo recibió el premio Murillo otorgado por el Ayuntamien­to hispalense y el primer premio de escenograf­ía teatral de Sevilla. Desde 1963 era miembro del patronato del Museo de Bellas Artes.

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