El cuervo que llevamos dentro
El español Raúl García presenta, entre la devoción de los fans, su versión animada de los cuentos de Edgar Allan Poe
De igual modo que uno puede pasárselo bien en un campo de fútbol sin entender ni torta de ese deporte, simplemente sumergiéndose en el ambiente lúdico-épico que lo rodea, las proyecciones del festival de cine de Sitges presentan unos valores añadidos que atraen no solo a los aficionados al género fantástico y de terror, sino a público de toda condición.
Así, ayer, en el pase de la extraordinaria –valga la redundancia– Cuentos extraordinarios, película de animación basada en los relatos de Edgar Allan Poe, los espectadores –mayoría de camisetas negras– jaleaban los títulos de crédito como si se encontraran en un estadio. No solo aplaudían cada vez que aparecía el nombre de Raúl García, el director –presente en el cine, también con camiseta negra– sino cuando sobre la pantalla veían sobreimpresionados los nombres de algunos mitos que han prestado sus voces para hacer de narradores de cada una de las cinco historias: Christopher Lee (fue su último trabajo, antes de morir el pasado 7 de junio), Bela Lugosi (encontraron una grabación inédita de hace más de sesenta años donde leía el cuento El corazón delator y la han aprovechado), Guillermo del Toro, Roger Corman, Julian Sands y Cornelia Funke. “Me puse unas reglas para divertirme –explicaba ayer García– y una de ellas era que cada historia estaría contada por un narrador que significara algo especial para mí y para el universo del terror”.
García es un madrileño que fue pionero triunfando en el mundo de la animación en Hollywood, donde trabajó diez años en Disney. Hemos visto su labor en películas como El rey león, Aladdin o El jorobado de Notre Dame. Ahora trabaja por su cuenta –ganó el Goya 2008 por El lince perdido– y con esta versión indie de Poe, a contrapelo del mainstream, ha querido “explorar qué más podía dar de sí la animación en 3D a nivel estético y artístico”. Y ¿por qué Poe? “Fue el primer libro adulto que leí, cuando tenía 12 años”.
Además del cuento que lee Lugosi, forman parte de la obra La caída de la casa Usher, La verdad sobre el caso del señor Valdemar, La máscara de la muerte roja y El pozo y el péndulo, y todos ellos fueron acompañados por bisbiseos o estallidos de aplausos cada vez que aparecía un guiño cinéfilo.
No hay que fiarse de que esta película se haya exhibido en el apartado Anima’t del festival, dedicada a los dibujos. En algunos países ha sido calificada para mayores de 16 años y consigue revivir el estremecimiento que causa la primera lectura de las narraciones de Poe. Lo hace utilizando un estilo gráfico muy diferente para cada relato: El corazón delator, por ejemplo, es un homenaje –en blanco y negro– a Alberto Breccia. Aunque ello la hace fragmentaria, todo se unifica por el diálogo en un cementerio entre la muerte y un cuervo que parece el propio Poe, una especie de Sherezade del horror que vaga eternamente.
García explica que “sin Poe, no hubiéramos tenido luego Sherlock Holmes ni Lovecraft. Además, hizo el primer fake de la literatura, un concepto muy actual, porque su relato del señor Valdemar fue redactado como un informe médico, que mucha gente creyó cierto”.
La visión seguida de los cinco cuentos, por muy lejanas que resulten las situaciones que describen –de las torturas de la Inquisición a los grandes bailes de sociedad– retrotrae a los espectadores a lo más profundo de sus propios miedos. Tal vez por eso algunos salían ayer sudando del cine Retiro, a pesar del aire acondicionado.