Carles Taché abre su nuevo espacio con una declaración de principios
Ángel Marcos reflexiona sobre Barcelona mediante fotografías
La exposición inaugural de la nueva galería Carles Taché sería ya recomendable sólo por conocer el singular espacio, antes industrial, que este galerista ha encontrado muy cerca de la sede de Caixa-Forum, cuyo entorno y acceso es además tan extraño como algunos escenarios de David Lynch –especialmente los de Cabeza borradora– o como un rincón periférico de alguna megaciudad como México DF o Estambul. Pero también la muestra es interesante por sí misma, por la incorporación de dos artistas nuevos (Michael Joo y Keith Tyson), por las obras que presenta de algunos artistas representativos de la galería y sobre todo por su acertado montaje, que funciona no sólo en los aspectos estéticos y formales y casi como una declaración de principios programáticos, sino también en ese aspecto fundamental y no siempre valorado que es el de los contenidos y el sentido.
Y me refiero tanto al sentido que tienen por sí mismas las obras escogidas como a algo más difícil y sutil, que es el sentido que adquieren cada una de las obras al ser asociadas con las otras obras que componen la muestra, así como al sentido general del conjunto. No sé si este acierto es el resultado de un planteamiento conceptual consciente o de una intuición inconsciente no menos valiosa, pero el caso es que las dos pinturas contiguas de Sean Scully y Bosco Sodi representan con claridad el contraste entre la composición geométrica y cromática y su contrario amorfo y monocromático, con énfasis en la objetualidad de la materia táctil. Cerca, las fotografías de actos sexuales realizadas con larga exposición por Antoine d’Agata, donde los cuerpos se funden y confunden, dialogan con la instalación de cristales rojos y rotos de Javier Pérez, que alude con su lámpara suntuosa destruida y sus aves carroñeras al lujo a la vez que a la destrucción, la corrupción y la muerte.
Y a su vez estas piezas se relacionan con una escultura de Tony Cragg de aspecto maquinal y potente, como una esfinge industrial, y con la vajilla metálica violentamente aplastada que compone la instalación de Cornelia Parker. Para mí este conjunto tiene pleno sentido conceptual, for- mal y poético. Galería Carles Taché. C/ Mèxic, 19 (interior). Hasta primeros de enero de 2016. Ángel Marcos. Durante los primeros días solamente y coincidiendo con la primera edición de Barcelona Gallery Weekend, los tres espacios de las galería Trama y la sala Parés se han dedicado a presentar una gran muestra individual del fotógrafo castellano Ángel Marcos (Medina del Campo, 1955), que tenía el aspecto de una exposición institucional. La parte de la sala Parés incluía grandes formatos en color con paisajes urbanos de distintos países y continentes y además una instalación compuesta por una acumulación de fotolibros en versión única, cada uno de ellos con alguna variación. Teniendo en cuenta las penurias del mercado catalán y español y la escasez de buenos coleccionistas de arte actual, se puede afirmar, en términos cinematográficos, que esta ha sido una producción de alto presupuesto, chocante o al menos sorprendente para quienes conoz- can los precios de ciertos materiales y procedimientos técnicos.
La exposición dedicada a Barcelona en el piso superior significa una visión múltiple y reflexiva sobre la ciudad. Marcos se refiere fotográficamente a cuestiones como el desorden urbanístico, a una desigualdad y falta de armonía visibles en el contraste entre los estupendos edificios icónicos y las viviendas pobres que se encuentran casi a sus pies. Se refiere, mediante fotos de larga exposición, a un problema creciente como es la masificación del turismo excesivo o invasivo. Pero también a otras masificaciones (deportivas, por ejemplo, como la saturación de barcos de recreo en el puerto). En la serie Los poderes retrata una selección de edificios barceloneses que son emblemas de los distintos poderes: financiero, religioso, político y civil. Galería Trama. C/ Petritxol, 5. Hasta el 10 de noviembre.
La muestra inaugural de la Carles Taché funciona no sólo en los aspectos estéticos sino también en el sentido