Me lo cobraré viéndote ganar desde el sofá

Tenía 16 años, estábamos en un torneo en Madrid y ella estaba eufórica por su juego y sus resultados, porque ya entonces era la mejor. “No sé cómo te pagaré todo lo que has hecho por mí, Lluís”, me soltó. “No te preocupes, todo esto me lo pagarás cuando te vea desde el sofá de casa ganar un grande. Con la satisfacción personal que consiga entonces toda la deuda estará saldada”, le respondí. Ya entonces estaba seguro de que todo esto llegaría. He tenido el privilegio de poder formar a Garbiñe durante diez años. Cuando llegó a la academia con sólo ocho años, acompañando a sus hermanos, y se puso a jugar, vimos su potencial. Con aquella edad ya era excepcional y empezó a ganar partidos con la que fue su primer arma: unos globos increíbles.

Aprendió a jugar rápido y en pocos años supo construir un gran drive y el que hoy es el mejor revés del mundo con diferencia. Es una jugadora que se mueve diferente al resto, con habilidades en la pista que hacen de ella una jugadora muy particular. Diferente. Basta con observarla al resto. Creo que debe tener uno de los mejores restos del circuito, y en restos ganadores sobre el segundo saque también estoy convencido de que es la mejor del mundo.

Aunque más allá de la técnica, Garbiñe es una jugadora con mentalidad ganadora, y eso no lo tienen todas. Le gusta estar arriba, sentir esa presión. En ese sentido, ha nacido para ser buena. A otros les cuesta, porque es una cuestión de mentalidad. Garbiñe no sólo es buena –eso lo ve todo el mundo–, sino que tiene esa capacidad para dominar el tenis en los próximos años. Ves a otras que también ganan, pero no son diferentes, como lo es ella.