Alexánder Lukashenko
PRESIDENTE DE BIELORRUSIA
El autoritario presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, resultó el domingo reelegido por quinta vez consecutiva con el 83,5% de los votos, en unas elecciones sin garantías en las que la oposición estaba ausente.
Sin sorpresas, el autoritario presidente de Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, ganó las elecciones por quinta vez consecutiva con un 83,5% de los votos, según el recuento no definitivo anunciado ayer. La oposición, laminada tras las elecciones del 2010, pidió el boicot en la campaña y estuvo representada por una única candidata, Tatiana Korotkévich, que sólo obtuvo un 4,4%. Los otros dos en liza, con un resultado similar, eran candidatos de compromiso próximos al poder.
Los observadores electorales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) mostraron ayer su decepción por el proceso electoral. “Bielorrusia aún tiene un largo camino por recorrer para cumplir con sus obligaciones democráticas”, dijo en Minsk el coordinador de la misión de observadores, Kent Harstedt.
Harstedt aseguró que hubo “problemas muy graves”, especialmente en el recuento de votos. “Es inadmisible impedir el acceso de los observadores al recuento”. La elaboración del censo electoral y el voto por adelantado también avivan sospechas de que el proceso esté trucado.
Según datos de Valentín Stefanóvich, del grupo de derechos humanos Vesná (primavera), en algunos colegios electorales el 50% de los registrados había votado con antelación. La presidenta de la Comisión Electoral, Lidia Yermóshina, concretó ayer que un 36% de los votantes se acogieron a este sistema.
A falta de sorpresas en los resultados, la atención se centró el domingo en lo fuerte que es la alianza con Rusia y en el posible acercamiento a la UE tras los comicios. Desde Moscú se había sugerido que se podría instalar una base militar aérea en Bielorrusia. Pero la sema- na pasada, Lukashenko ya dio a entender que no. Tras votar en el centro de Minsk, dio la vuelta a la tortilla para pedir ayuda militar a su hermano mayor.
“No necesitamos ninguna base”, aseguró el presidente. Y señaló que si Rusia cede a Bielorrusia una escuadrilla de aviones de combate (24 unidades), en ellos volarían pilotos bielorrusos. “¿Para qué una base aérea, si nosotros mismos podemos ocuparnos de esto?”, añadió.
Para subrayar su alianza con Rusia explicó que la pequeña exrepública soviética (10 millones de habi-
Los observadores critican el grave déficit democrático, pero alaban la liberación de presos políticos
tantes) hace de frontera con países miembros de la OTAN, y que en caso de ataque, lucharía heroicamente para cortar el paso hacia Moscú.
La contundente victoria de Lukashenko fue contestada por decenas de personas el domingo por la noche en Minsk. “Es una burla al pueblo de Bielorrusia. Pedimos a la comunidad internacional que no reconozca los resultados”, dijo Vladímir Nekliáev, candidato a las elecciones del 2010. La protesta terminó pacíficamente y fue más modesta y tranquila que la de hace cinco años. Entonces, la policía cargó contra miles de manifestantes y hubo cientos de detenciones.
Uno de los aspectos positivos de las elecciones de este año, señaló el director de la misión de la OSCE, “es la reciente liberación de los prisioneros políticos y la buena acogida de los observadores”. El régimen sacó de la cárcel el pasado agosto a seis personas, incluido Nikolái Statkévich, candidato a las elecciones del 2010.
Ese gesto, junto con el papel que tiene Minsk en el proceso de pacificación del este de Ucrania, pueden facilitar un acercamiento a la UE, que podría suavizar las sanciones impuestas en el 2011. “Por lo que podemos observar desde Berlín, no ha habido el nivel de represión del pasado”, dijo ayer el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, quien también alabó la liberación de los prisioneros políticos.