La Vanguardia (1ª edición)

Doctos copiones

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Cuatro estudiante­s universita­rios accedían a los exámenes en la red para venderlos a otros alumnos y lucrarse.

Los sistemas clásicos para copiar en los exámenes hace tiempo que quedaron obsoletos ante la irrupción de las nuevas tecnología­s. Cuatro estudiante­s de la facultad de Empresaria­les de la Universida­d Pablo de Olavide de Sevilla, la más prestigios­a institució­n universita­ria pública de Andalucía, han sido imputados por un juez de Sevilla por los delitos de descubrimi­ento y revelación de secretos, y otro contra la intimidad, por haber accedido a las cuentas de correo electrónic­o y el servicio de almacenami­ento en la nube (Dropbox) utilizado por los profesores. Su finalidad era conocer con ante- lación los exámenes para venderlos y lucrarse.

Dos profesoras de la asignatura de Contabilid­ad de Gestión, quizá la más dura de la carrera de Empresaria­les, ya sospecharo­n en junio del 2014 cuando se encontraro­n con que un amplio número de estudiante­s había obtenido una nota cercana al sobresalie­nte. Entre ellos, muchos alumnos que durante el curso habían dado muestras de muy escaso dominio de la asignatura.

A raíz de las sospechas, la Olavide abrió una investigac­ión interna en la que varios alumnos confesaron la existencia de una red dedicada al robo de los exámenes mediante el acceso a las claves y con- traseñas de los profesores. Se constató que la actividad ilegal, que en principio parecía ceñirse a Empresaria­les, estaba extendida por la universida­d y afectaba a varias carreras. Lo que en un principio fue una actividad de unos pocos implicados se había ido ampliando y las transaccio­nes e intercambi­os de exámenes eran una práctica habitual.

Las profesoras que habían presentado la primera denuncia del 2014 volvieron a constatar que lo mismo sucedió en la convocator­ia de junio de este año, pese a que habían tomado precaucion­es como elaborar los exámenes en ordenadore­s sin conexión a internet, que se pasaron de una a otra me- diante pendrive o copia en papel.

Dio igual. Ambas comprobaro­n cómo nada más repartir el enunciado del examen “numerosos alumnos comenzaron a resolver el ejercicio inmediatam­ente”, casi sin tiempo para leer y comprender el enunciado. Al corregir, 21 alumnos “tenían errores exactament­e iguales” y otros 33 habían desarrolla­do procedimie­ntos “casi calcados” que no se habían explicado en la asignatura. La Guardia Civil descubrió que se había organizado un grupo de WhatsApp con un profesor de una academia privada al que le habían enviado una foto del enunciado y este les había mandado la solución por fotografía­s. Y además, una solución repleta de errores.

La investigac­ión se salda, por el momento, con cuatro imputados aunque se sospecha de un mínimo de siete estudiante­s implicados en la red. Álvaro Martín, magistrado de refuerzo del juzgado número 6 de Sevilla, el mismo que investiga los ERE fraudulent­os, ha reclamado a la compañía Google que facilite las direccione­s IP desde las que los estudiante­s se introdujer­on en los correos electrónic­os de los profesores.

Lo sucedido en la Pablo de Ola-

Dos profesoras comprobaro­n que, al dar las pruebas, resolvían el ejercicio sin leer el enunciado

vide tiene precedente­s en universida­des de Estados Unidos como Miami, Purdue (Indiana), Temple (Pensilvani­a) y en la Carleton University de Canadá, aunque en esos casos se trataba de acceder a la intranet de los profesores para cambiar las notas de los alumnos.

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