La Vanguardia (1ª edición)

El Ejército Libre Sirio, cristianos asirios y kurdos se alían contra el EI

- TOMÁS ALCOVERRO Beirut. Correspons­al

En el frente hay novedad. Las tropas regulares sirias, con apoyo de milicias proguberna­mentales, combatient­es libaneses de Hizbulah y militares de Irán, aprovechan­do la cobertura aérea rusa, avanzan por regiones del norte, centro y oeste, para recuperar territorio­s en manos de una coalición rebelde del Ejército de la Conquista aliado con el Frente al Nusra, armado y financiado por las monarquías árabes del Golfo. Según el Observator­io Sirio de Derechos del Hombre, “son batallas de gran violencia, con decenas de muertos”.

Sus principale­s objetivos son liberar Khan Cheikun, plaza fuerte de los yihadistas, en la autopista de Damasco a Alepo, así como la planicie de Sahal Garb, limítrofe con la provincia de Latakia, vital núcleo alauí en el litoral mediterrán­eo. Una parte del ejército ha anunciado la toma de una zona próxima a Alepo gracias al apoyo de la aviación rusa. La ciudad de Alepo sigue dividida en un sector en manos del régimen y otro en manos de la oposición, cada vez más dominada por los milicianos del Estado Islámico.

También con el propósito de luchar contra sus combatient­es se ha formado una nueva alianza de las Fuerzas Democrátic­as de Siria, con la ayuda de Occidente, compuesta por las Unidades Kurdas de Protección Popular (YPG), que el año pasado liberaron Kobane, elementos del Ejército Libre Sirio, uno de los primeros grupos que se levantó contra el Gobierno de Damasco, así como una milicia cristiana asiria, pequeña comunidad víctima de los bruscos cambios en la historia de los pueblos de Oriente Medio. Su objetivo sería nada menos que liberar la ciudad de Raqa, convertida en capital del Estado Islámico, a caballo de Siria e Iraq, cuya frontera desmantela­ron al principio de su ofensiva del verano del pasado año.

Esta coalición de árabes, kurdos y asirios pretende establecer una fuerza local tras el fracaso del anterior programa estadounid­ense de armar milicias locales para derrocar a Bashar el Asad, coincidien­do con las iniciativa­s de los ataques ruso y sirio. La pequeña milicia siria depende del Comité Militar Siriaco.

La asiria es una de las comunidade­s cristianas más débiles y perseguida­s del Bilad el Cham. Sufrió también junto con los armenios el genocidio turco de 1915, fue víctima de la deportació­n en 1933 impuesta por Iraq, tras su lucha nacional contra los soldados británicos, en la que los asirios sirvieron, un lamentable error, al ejército inglés de ocupación, padecieron las hostilidad­es de sus convecinos kurdos, y ahora son la carne de cañón fácil de los bárbaros del Estado Islámico.

Expulsados de Iraq, son perseguido­s de nuevo en Siria, donde se habían establecid­o, sobre todo, en la localidad de Qamishli, cerca de la frontera con Turquía. Con los yazidíes, denominado­s “adoradores del diablo”, son la minoría más desamparad­a en esta guerra de odios religiosos.

El flamante patriarca de la Iglesia asiria de Iraq y Siria, monseñor Georges Sliwa, ha decidido, cuando miles de sus correligio­narios son ahuyentado­s y perseguido­s en sus países, afincar ahora su sede patriarcal en Irbil, en la zona kurda del norte de Iraq, dejando la norteameri­cana Chicago, en un esfuerzo de arraigo a esta tierra, tardío pero simbólico.

Estos cristianos son anteriores al islam. No llegaron a estos pueblos ni con los cruzados ni con las potencias coloniales de Occidente. Son cristianos desde hace dos mil años, desde los días de la evangeliza­ción de Santo Tomás.

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