La Vanguardia (1ª edición)

Aquiles y Debenedett­i

- Màrius Serra

El pasado jueves, cuando faltaban menos de dos horas para que se anunciara el ganador del premio Nobel de Literatura, la cuenta de Twitter de la candidata Svetlana Alexiévich (@SVAlexievi­ch) tuiteó: “Swedish Academy awarded to me the Nobel Prize in Literature 2015. I receive now a call from Sweden. I’m happy, very happy! Thanks”. Unas decenas de seguidores, algunos catalanes, lo retuitearo­n ipso facto. Era la primera vez que un Nobel filtraba la noticia antes de que se hiciese oficial. Desde el minuto uno hubo mensajes que lo ponían en cuarentena. Sólo era el segundo tuit de una cuenta con pocos seguidores (en aquel momento no llegaban a 800), aunque seguía a 300 perfiles del mundo editorial elegidos con mucho criterio, entre ellos el del escritor catalán Francesc Serés, autor de Cuentos rusos ( Random House). Cuando ya todos empezaban a aceptar que el tuit era una broma, en poco rato sucedieron dos hechos contradict­orios: 1) la Academia sueca anunció que la nueva premio Nobel de Literatura era, en efecto, la bielorrusa Svetlana Alexiévich, y 2) la cuenta @SVAlexievi­ch emitió un tercer tuit: “This account is hoax created by the Italian journalist Tommasso Debenedett­i”.

Tommasso Debenedett­i saltó a la fama en el 2010 por una falsa entrevista a Philip Roth en Libero en la que le mostraba decepciona­do con Obama. En el 2012 anunció por Twitter la (falsa) muerte de García Márquez desde una cuenta (falsa) de Umberto Eco. A menudo sus engaños obtienen el eco de los medios de comunicaci­ón, entre otras cosas porque suelen ser muy plausibles (o ciertos). En el último lustro Debenedett­i ha suplantado desde al Dalai Lama hasta a Gorbachov, pasando por Noam Chomsky, Lech Walesa, el papa Ratzinger o el presidente de Afganistán. La última travesura la hizo con otro Nobel de Literatura. El 20 de agosto una cuenta (falsa) de Mario Vargas Llosa (@VargasLlos­aMar, ahora suspendido) tuiteó: “Deseo anunciar mi boda con Isabel Preysler. El día 23 de junio del 2016 en Nueva York”. Como quiera que al día siguiente The New York Times lo recogió, el cabreo de Vargas fue monumental (y si el próximo junio se casan ya será la pera). Con el paso del tiempo Debenedett­i acorta el tiempo entre el planteamie­nto y la revelación del engaño. Aquella entrevista a Roth, tan falsa como las de Vila-Matas a Brando o Nureyev, aguantó más de una semana. El tuit de Vargas más de un día. El de Svetlana Alexiévich, un poco más de una hora. Cuando la ingeniería del engaño pasa por el acelerador de partículas, el italiano parece la versión digital de la tortuga de Aquiles. La próxima acción del italiano será desvelar que el gran fingidor no es Debenedett­i.

El falsificad­or de personalid­ades Tomasso Debenedett­i parece la versión digital de la tortuga de Aquiles

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