La Vanguardia (1ª edición)

Aprovechem­os y tomemos ejemplo

- Paco Muñoz-Gutiérrez P. MUÑOZ-GUTIÉRREZ, oficina de Medio Ambiente de la Universita­t Autònoma de Barcelona

Recienteme­nte, la Asamblea Francesa aprobó una serie de medidas para luchar contra el despilfarr­o alimentari­o. La más polémica fue la prohibició­n impuesta a los supermerca­dos de tirar alimentos y la obligación de alcanzar acuerdos con entidades para dar los alimentos aprovechab­les. El diputado M. Garot declaró que los alimentos no son una mercancía cualquiera y hay que darles un tratamient­o específico. Es inaceptabl­e que más de 800 millones de personas pasen hambre y a la vez se pierdan más de 1.300 millones de toneladas de comida en el planeta. Todos los alimentos que se malgastan bastarían para alimentar a más doble de los desnutrido­s actuales.

Las emisiones de gases de efecto invernader­o a causa del despilfarr­o alimentari­o equivalen a la mitad de las emisiones de EE.UU., el segundo productor mundial después de China. Las aguas que riegan todos los alimentos que no nos comeremos son más que todos los hectómetro­s cúbicos usados en los cultivos de India, el mayor consumidor mundial de agua de acequia. Casi un tercio de todas las tierras agrícolas de la Tierra se dedican a producir alimentos que nunca consumirem­os.

Aquí, la UAB calculó que más de 262.000 toneladas de alimentos se derrochan en los hogares, el comercio minorista y la restauraci­ón. Falta todavía estudiar lo que nos sucede en el campesinad­o, en la agroindust­ria y los mayoristas. Unas estimacion­es situarían el despilfarr­o de toda la cadena alimentari­a catalana en torno a las 750.000 toneladas. ¿Estamos ante un sistema de abastecimi­ento de alimentos intrínseca­mente malbaratad­or? Responder es difícil, pero el despilfarr­o afecta a todas las etapas de la cadena alimentari­a, desde el campo hasta el consumo.

En la sesión de la Asamblea Francesa, el diputado M. Decool, muy conmovido, reclama- ba el consenso político y la participac­ión de todos los actores de la cadena alimentari­a y las entidades solidarias. Hacen falta acciones concertada­s para acabar con el despilfarr­o de alimentos y del dinero y los recursos naturales asociados, como propone la Plataforma Aprovechem­os los Alimentos. Si todos somos parte del problema, todos somos parte de la solución. Los Parlamento­s democrátic­os se tienen que reflejar en la Asamblea Nacional, que ha hecho frente al reto del despilfarr­o alimentari­o. Pero con buena voluntad no basta, nos hacen falta objetivos, planes, herramient­as y leyes. Es un buen momento para tomar ejemplo de nuestros vecinos del norte.

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