Aprovechemos y tomemos ejemplo
Recientemente, la Asamblea Francesa aprobó una serie de medidas para luchar contra el despilfarro alimentario. La más polémica fue la prohibición impuesta a los supermercados de tirar alimentos y la obligación de alcanzar acuerdos con entidades para dar los alimentos aprovechables. El diputado M. Garot declaró que los alimentos no son una mercancía cualquiera y hay que darles un tratamiento específico. Es inaceptable que más de 800 millones de personas pasen hambre y a la vez se pierdan más de 1.300 millones de toneladas de comida en el planeta. Todos los alimentos que se malgastan bastarían para alimentar a más doble de los desnutridos actuales.
Las emisiones de gases de efecto invernadero a causa del despilfarro alimentario equivalen a la mitad de las emisiones de EE.UU., el segundo productor mundial después de China. Las aguas que riegan todos los alimentos que no nos comeremos son más que todos los hectómetros cúbicos usados en los cultivos de India, el mayor consumidor mundial de agua de acequia. Casi un tercio de todas las tierras agrícolas de la Tierra se dedican a producir alimentos que nunca consumiremos.
Aquí, la UAB calculó que más de 262.000 toneladas de alimentos se derrochan en los hogares, el comercio minorista y la restauración. Falta todavía estudiar lo que nos sucede en el campesinado, en la agroindustria y los mayoristas. Unas estimaciones situarían el despilfarro de toda la cadena alimentaria catalana en torno a las 750.000 toneladas. ¿Estamos ante un sistema de abastecimiento de alimentos intrínsecamente malbaratador? Responder es difícil, pero el despilfarro afecta a todas las etapas de la cadena alimentaria, desde el campo hasta el consumo.
En la sesión de la Asamblea Francesa, el diputado M. Decool, muy conmovido, reclama- ba el consenso político y la participación de todos los actores de la cadena alimentaria y las entidades solidarias. Hacen falta acciones concertadas para acabar con el despilfarro de alimentos y del dinero y los recursos naturales asociados, como propone la Plataforma Aprovechemos los Alimentos. Si todos somos parte del problema, todos somos parte de la solución. Los Parlamentos democráticos se tienen que reflejar en la Asamblea Nacional, que ha hecho frente al reto del despilfarro alimentario. Pero con buena voluntad no basta, nos hacen falta objetivos, planes, herramientas y leyes. Es un buen momento para tomar ejemplo de nuestros vecinos del norte.