¿Ética o estrategia?
En un mundo mejor (¿ideal?), el comportamiento empresarial estaría guiado y fundamentado en sólidos principios éticos. En algunos casos, sin duda es así. En muchos otros, sin embargo, la responsabilidad social empresarial (RSE) responde en gran medida a un cálculo, a una estrategia frente a una realidad social cada vez más exigente y atenta al comportamiento empresarial. Así, desde la visión estratégica de la RSE, el comportamiento responsable de la empresa existirá solamente en la medida en que exista una demanda social responsable e informada al respecto del desempeño empresarial: consumidores concienciados demandando productos verdes; ONGs vigilantes ante la explotación laboral y los daños ecológicos, etc. Esta visión estratégica de la RSE a menudo genera desencanto. Sí, sin duda, una RSE basada en la ética sería mejor. Sin embargo, donde no llega la ética, pueden llegar los incentivos. En otros ámbitos rigen los mismos principios; por ejemplo, en la política y en la organización del estado, en donde los checks-and-balances y la separación de poderes son indispensables para evitar abusos de poder, sin dejar el comportamiento político al albur de la ética personal o colectiva. En el escándalo protagonizado por Volkswagen (VW) la ética de algunos directivos y empleados de VW ha brillado por su ausencia. Asimismo, ni la regulación ni los incentivos vía mercado han evitado el comportamiento irresponsable de la empresa, trucando los motores diésel para evadir el control regulatorio. Aún así, el caso nos muestra la potencialidad de los incentivos vía mercado, en este caso conjuntamente con la regulación medioambiental. Fue una ONG internacional dedicada al transporte ecológico (International Council of Clean Transportation) la que financió las pruebas que dieron las primeras señales de alarma. Esta información obtenida por un laboratorio independiente llegó a los reguladores medioambientales de los EE.UU., que siguieron el hilo hasta lograr pruebas más definitivas. Las consecuencias inmediatas del escándalo han sido la dimisión de los principales directivos implicados, y la reducción del valor de capitalización de la empresa, tanto por las multas esperadas como por el impacto del escándalo en la imagen y reputación corporativa de VW. El caso muestra como existe cada vez mejor información del comportamiento de las empresas, siendo más difícil ocultar prácticas empresariales irresponsables. Además, los consumidores y los mercados de capitales penalizan a las empresas descubiertas in fraganti con tales prácticas. Así, aunque no sea la ética o la moral el motor de las decisiones gerenciales, una mayor transparencia y unos más potentes incentivos presentes en los mercados y en una sociedad concienciada y movilizada, guiará y generará un mejor y más responsable comportamiento empresarial.
Una mayor transparencia e incentivos más potentes generarán un comportamiento empresarial más responsable