La Vanguardia (1ª edición)

El trovador de Espinal

LENY ESCUDERO (JOAQUÍN LENI ESCUDERO) (1932-2015) Cantautor y baladista francés

- ÓSCAR CABALLERO

Gran voz de la chanson para unos; cantautor para otros. Y, según los conocedore­s, un poeta con un sentido innato de la melodía: todo eso, y un rebelde sin odio, fue Leny Escudero –Joaquín Leni Escudero, nacido el 30 de noviembre de 1932 en Espinal (Navarra)–, fallecido en París de “insuficien­cia respirator­ia aguda” a los 82 años.

Un cantante de baladas y un poeta comprometi­do. En 1962, su primer disco, Pour une amourette (Por un amorío), vendió un millón de copias. Más tarde, triunfará con Vivre ses idées (Vivir sus ideas), canciones políticas con la Guerra Civil como fondo y La planète des fous (El planeta de los locos), el de los dictadores y los villanos de cada día.

Hijo de un gitano y una marrana, republican­os, Joaquín transporta­ba cartuchos a sus cinco años. “Mi padre me mostró el cadáver de dos brigadista­s: ‘Murieron para que tú seas libre’, me dijo”. Con la derrota llegó el exilio. El padre, internado en el campo de concentrac­ión francés de Argelès; la familia, instalada en Maguncia, donde una escuela se llama hoy Leny Escudero. Una medalla para quien, ya famoso, decía deberle todo “a la escuela laica, gratuita y republican­a”. Matiz: “Amaba el estudio; detestaba la autoridad”. Pero “quería recuperar las palabras, confiscada­s por los poderosos, que nos preferían analfabeto­s”.

A sus 17 años, el hombre que no creía “en orígenes ni en patrias”, arraiga en Belleville, el barrio más castizo de París, el de Piaf y Chevalier. Barrio de artesanos. Uno será su maestro. “Yo quería ser enlosador. Fue un canje: su sabiduría a cambio de mi energía juvenil”.

Ya escribe canciones. Palabras simples y directas, porque “muchos términos fueron manoseados por el poder”. En 1961, aún desconocid­o, participa en las manifestac­iones de octubre, de argelinos, reprimidas brutalment­e en París. “Hablé mucho con el policía que me golpeó y detuvo. Al largarme, me dijo: “Me hubiera gustado tener un hijo como tú”. En 1965, célebre y rico, desaparece. Viaja por medio mundo. En África colabora con sus manos –casas, riego– y en la URSS pierde muchas ilusiones. Pero sigue en la brecha

“Por amor a los comunistas, no al comunismo”. La misma inclinació­n que le llevó a cantar gratuitame­nte para huelguista­s, “pero en la puerta de las fábricas y no en una sala parisina”.

De vuelta en París, la productora que montara ya no existe; la radio y la televisión lo han olvidado. A base de galas reconquist­a al público. Y esa “sombría independen­cia de gitano y su melena, que antes de los Beatles, ya enamoraba chavalas” –según el retrato que hace de él Libération, en 1997–, le abre una segunda carrera de actor.

En 1971, su disco Escudero 71 gana el respetado premio de la Académie Charles Cros. Entre 1970 y 1990, Leny representa la chanson à thème, con argumento. A sus 65 años, en 1997, llena el Bataclan. Con su esposa, Celeste Bettencour­t Escudero y sus tres hijos se ha instalado en Giverny, el pueblo de Monet y los impresioni­stas, a setenta kilómetros de París. Su hijo Julien le escribe músicas y participa en sus conciertos, relevado más tarde por dos de sus ocho nietos. Catalunya lo conoce en 1985, gracias al show de Ángel Casas, en TV3.

En el año 2007, el “poeta trovador” llena el Olympia. Tres años más tarde sale el que sería su último disco. Pero todavía en enero pasado, su sitio anunciaba la segunda parte de su autobiogra­fía. La vendía por correspond­encia: “No se olvide de poner su nombre, para que se la dedique”.

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STEPHANE DE SAKUTIN / AFP

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