La Vanguardia (1ª edición)

Pasión por el arte

OLGA HIRSHHORN (1920-2015) Coleccioni­sta estadounid­ense

- RAFA MARTÍNEZ

Olga Hirshhorn, cuarta esposa del multimillo­nario y coleccioni­sta de arte Joseph Hirshhorn (1899-1981), murió el pasado 3 de octubre en Naples (Florida, Estados Unidos) a los 95 años. Sus padres, de origen humilde, habían llegado a Estados Unidos procedente­s de Europa del Este. Barbara y Nicholas Zatorsky se establecie­ron en Greenwich, estado de Connecticu­t, donde nació Olga el 26 de abril de 1920.

Olga Hirshhorn destacó en su juventud como jugadora de tenis. Pronto se casó con uno de sus profesores del instituto, John Cunningham; tenía tan sólo diecisiete años. Con él tuvo tres hijos; Graham, ya fallecido, Denis y el mayor, John, actualment­e escultor y docente. La pareja se divorció en 1962.

Trabajando como empleada doméstica para una agencia, conoce a Joseph Hirshhorn, con el que acabará casándose en 1964. Su segundo marido es un hombre hecho a sí mismo, un inmigrante procedente de Letonia que se ha enriquecid­o gracias a un pequeño capital (255 dólares) y a una gran astucia para invertir, primero en bolsa (lo hace esquivando el crack de 1929), y, más tarde, en negocios relacionad­os con el petróleo y el uranio.

Joseph Hirshhorn es, ante todo, un amante del arte. Comienza su colección comprando dos grabados de Durero a 75 dólares la pieza. Cuando empieza a ganar dinero, el arte pasa a ser una obsesión. De este modo, forma una gran colección de pintura y escultura que en la década de 1960 dona al Estado norteameri­cano para poner en marcha el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, que abre sus puertas en octubre de 1974 en Washington.

Para ello donó unas 12.000 obras de artistas como Jackson Pollock, Larry Rivers, Thomas Eakins, Auguste Rodin, Henry Moore o Josef Albers, además de siete millones de dólares. Aline Saarinen, crítica de arte y esposa del arquitecto Eero Saarinen, lo incluyó en su libro The Proud Possessors (1958) junto a coleccioni­stas de la talla de Peggy Guggenheim, J.P. Morgan o la familia Rockefelle­r.

Olga Hirshhorn se contagió pronto de la pasión de su marido. De este modo pudo conocer a artistas como Picasso, De Kooning (al que Joseph ayudó a financiar su estudio de Long Island) o Georgia O’Keefe. Casi al mismo tiempo comenzaba una colección propia que llegó a contar con más de doscientas obras de pequeño formato.

Una muestra celebrada en 1995 en la Corcoran Gallery of Art (el museo privado más antiguo de Estados Unidos, cerrado en el 2014 como consecuenc­ia de la crisis económica) recogía piezas muy diversas de dicha colección: desde un cuadro de Kenneth Noland que el artista regaló a la pa- reja Hirshhorn por su boda, a piezas de arte africano o un par de dibujos que la coleccioni­sta rescató del suelo del estudio de Willem de Kooning. También incluía obras de Man Ray y Alexander Calder. La crítica del diario The Washington Post la definió como “muy personal”.

Al morir Joseph Hirshhorn, su esposa prosiguió con la labor filantrópi­ca iniciada por él.

Poco más tarde se casó en terceras nupcias con Robert Whittier Dudley, fallecido en el año 1986.

Su colección de arte, que había previsto que fuera acogida por la Corcoran Gallery of Art, acabó finalmente en los almacenes del Baker Museum de Naples. Desde hacía unos años vivía entre sus casas de Martha’s Vineyard, en Washington –donde según el periódico local, MV Times, participab­a en la competició­n anual de pesca–, y Naples.

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