‘Love story’ en Anfield
Los sufridos hinchas del Liverpool han recibido a Klopp como si fuera el mesías que, después de una larga travesía por el desierto, va a llevar al equipo a la tierra prometida
Se acaban como quien dice de conocer, pero la de Jurgen Klopp y el Kop de Anfield parece ya una gran historia de amor, como las de Romeo y Julieta, Marco Antonio y Cleopatra, Tristán e Isolda, Bonnie and Clyde, pero con un balón de por medio. Hasta Klopp rima con Kop (la tribuna de gol donde tienen sus abonos los seguidores más entusiastas del Liverpool), lo cual ya es casualidad. Sólo falta que la hinchada empiece a escribir poesías en alemán...
Cuando hace años el Hamburgo buscaba entrenador y Klopp se sentaba en el banquillo del Mainz, al final fue descartado por algo tan tonto como que solía llevar unos pantalones vaqueros descoloridos y con agujeros, lo cual no encajaba con la imagen que quería dar el club de una de las ciudades con más dinero de Alemania. La manera de vestir del técnico no podía importar menos a los propietarios norteamericanos y a la hinchada del Liverpool en su desesperación por conseguir títulos (el último fue la Copa de la Liga, ya de por sí menor, en el 2006, y mira que ha llovido desde entonces).
Los aficionados de los reds han celebrado el nombramiento de Klopp como los católicos una fumata blanca en la plaza de San Pedro del Vaticano. No sólo con ilusión y alegría, sino también con fe cristiana en que el alemán sea el líder que separe las aguas del mar Rojo y derrote a los enemigos del pueblo elegido por Dios (en este caso el Liverpool) en su camino hacia la sexta Copa de Europa, o por lo menos la decimonovena Liga, en la que se quedó estancado al final de la temporada 1989-90. “Quiero convertir a quienes dudan en creyentes”, dice el Jesucristo de Anfield, aunque ha advertido prudentemente que el agua no se convertirá en vino de la noche a la mañana.
Sobre el papel, se trata de un matrimonio perfecto, porque tanto Klopp como el Liver- pool representan en el mundo del fútbol el romanticismo, la emoción, el instinto, la memoria histórica, las pasiones desatadas. Son antisistema, la versión futbolística de la CUP y Podemos. En el Mainz primero y en el Borussia Dortmund después, Jurgen ha sacado lo mejor de sus jugadores a base de motivarlos, de que corran más que el rival, de que presionen muy arriba y se dediquen en cuerpo y alma a robar el balón cuando lo pierden. Sus celebraciones de los goles en la banda dejan pequeñas a las de Mourinho, y su comunión con la hinchada es absoluta. Uno para todos, todos para uno, como D’Artagnan y los tres mosqueteros.
El Liverpool necesita fe a raudales, y Klopp va a necesitar probablemente un milagro, porque los reds no están donde están por casualidad. Chelsea, Arsenal y los dos equipos de Manchester tienen más talento y más capacidad de obtener ingresos, y el romanticismo sólo llega hasta donde llega. Cierto que en Alemania ganó dos Ligas con el Borussia, pero para ello sólo tuvo que matar a un gigante, el Bayern, mientras que en la Premier tendrá que deshacerse de cuatro de una sola tacada y con una sola honda. Y cierto también que en el 2013-2014 estuvo a punto de ser campeón de la mano de Brendan Rodgers, pero entonces contaba en sus filas con un tal Luis Suárez...
El Liverpool resucitará o no resucitará de la mano de Klopp, pero sus duelos dialécticos entre el special one y el que ya se ha bautizado a sí mismo como el normal one prometen ser épicos. Ambos basan sus éxitos en el don de la imagen y de la palabra. Ambos buscan el enfrentamiento con la prensa. Ambos son provocadores natos. La guerra está garantizada, pero el amor no tanto. Porque como bien sabe Mourinho, hasta los matrimonios más felices pueden acabar como el rosario de la aurora. Y muy pocas love stories tienen un final feliz, menos aún en el mundo del fútbol.
El entrenador va a necesitar un milagro en toda regla, porque sus rivales tienen más talento y dinero