La Vanguardia (1ª edición)

Egipto abre el proceso electoral para configurar un nuevo Parlamento

- TOMÁS ALCOVERRO Beirut. Correspons­al

Hay que ser un experto o por lo menos atento elector –55 millones de egipcios forman el censo electoral– para orientarse en medio de esta exuberante selva de normas de elección. Ante todo, si hoy empieza la votación de los egipcios residentes en el extranjero y el domingo y el lunes en la metrópoli, no será hasta final de año cuando se tendrán todos sus resultados completos, y habrá que esperar al 2016 para que se inaugure el nuevo Parlamento, ahora denominado, después de las modificaci­ones constituci­onales, Casa de los Representa­ntes.

Desde hoy policías de un contingent­e de 180.000 hombres ya están de facción en los colegios electorale­s para proteger la seguridad del escrutinio. En las últimas e históricas elecciones del invierno de 2012, tras la forzada dimisión de Hosni Mubarak, que dieron una gran victoria a los Hermanos Musulmanes, no hubo incidentes violentos ni se produjeron los temidos choques entre grupos enfrentado­s de la población civil.

En las normas ahora en vigor se ha prohibido emplear lemas de carácter religioso y utilizar mezquitas e iglesias –las iglesias de la minoría copta– en la campaña electoral, provocando su incum- plimiento la exclusión de los candidatos.

Desde 2012 Egipto no ha contado con un Parlamento después de su disolución por el Tribunal Constituci­onal. La república ha sido gobernada a golpe de decretos por el presidente interino, Adli Mansur, y por el actual presidente, fervorosam­ente elegido con el 96% de los votos,el exmariscal Abdul Fatah al Sisi.

Una de sus primeras y farragosas tareas será aprobar las numerosas leyes promulgada­s, algunas de las cuales se considera que violan o limitan las libertades públicas. El actual jefe del Estado gozaba, en ausencia del Parlamento, de amplios poderes legislativ­os.

En cuatro años los egipcios han vivido grandes sacudidas históricas, la ilusión de una revolución y el choque con la amarga realidad de cada día. La decepción de la política, la fatiga de una consulta popular tras otra –elecciones legislativ­as, presidenci­ales, referéndum constituci­onal en tan poco tiempo– les ha hecho mella como a todos los pueblos del mundo.

Las caracterís­ticas más destacadas de este escrutinio son la ausencia de los Hermanos Musulmanes, excluidos al ser declarados organizaci­ón terrorista, y la adulación o adhesión de gran parte de los candidatos al nuevo rais, encarnació­n de la revivida autoridad militar.

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