Neymar hace de Messi con cuatro goles ante el Rayo
Cuatro goles y una asistencia del brasileño noquean a un Rayo orgulloso
Marcó primero el Rayo y tuvo al Barça contra las cuerdas al comienzo de la segunda parte. Los de Paco Jémez acariciaron la hazaña, pero Neymar asumió la responsabilidad contra todas las adversidades. Desencadenado como el esclavo de la cinta de Tarantino, el brasileño desplegó detalles técnicos nunca vistos y firmó cuatro goles y una asistencia para el quinto, a cargo de Suárez. La goleada en un duelo de poder a poder dejó satisfecho al Camp Nou, pero no despejó las dudas sobre un Barça que tuvo en Claudio Bravo una figura clave.
La pizarra de Paco Jémez no engaña. Es transparente, limpia como la propuesta de ese anuncio del calvo que nació para higienizar el mundo. Un estilo que concede un sello de singularidad a un Rayo vanidoso que huye de la vulgaridad táctica de los equipos de su nivel presupuestario. El primer movimiento del conjunto visitante, una presión tensa en todas las demarcaciones del campo, anunció el devenir de un partido movido, arriesgado, una lucha de pre- siones que se resolvió, como siempre, por el mayor talento blaugrana. Aunque el Barça volvió a incurrir en pecados que viene arrastrando durante toda la temporada como una cruz: tiene que crear una pléyade de oportunidades para poder celebrar un gol y, en cambio, encaja con una alarmante facilidad.
Un pase al vacío al primer toque de Sergi Roberto, que estuvo sensacional como interior izquierdo, inauguró el desfile de ocasiones de los de Luis Enrique. Rakitic se quedó ante Toño con todo el tiempo del mundo para pensar en la definición, pero el portero desvió con el pie derecho el remate. La misma extremidad que utilizó a continuación para evitar un gol de Luis Suárez, que disparó desde el punto de penalti. Dos oportunidades diáfanas para empezar sembraron dudas sobre el arriesgado planteamiento visitante, pero en su primer intento serio el Rayo se adelantó en el marcador. Piqué y Busquets discutieron sobre la facilidad con la que Bebé centró desde la izquierda, un envío tenso, letal, que Javi Guerra convirtió en gol.
Son tantas las dificultades que aquejan al Barcelona que puede dar la sensación de que un gol en contra puede destruir el proyecto como si fuera un castillo de naipes. Sin Messi, sin Iniesta, con Hacienda incordiando, la FIFA castigando… ¿Qué más nos puede pasar? Un gol del Rayo. Pero los cimientos siguen siendo sólidos y el ta-
lento responsable de Neymar, junto a la consistencia de Busquets, la inspiración de Sergi Roberto, el compromiso de Mathieu o el sacrificio de Suárez sofocaron la rebelión del Rayo. El brasileño recurrió a su habilidad para provocar dos penaltis inapelables. El primero a cargo de Llorente, que optó por la falta como reacción a varios driblings; el segundo de Nacho, que sacó la pierna de manera imprudente después de ser superado por una serie de genialidades de Neymar. Lanzó el brasileño, sin apenas tomar impulso. El primero lo transformó por la derecha de Toño, el siguiente por la izquierda, y en ambos lanzamientos el portero se tiró al lado contrario, traicionado por la técnica inconmensurable del brasileño.
El segundo acto arrancó con un Barça flojo, desganado, un poco confundido. Eso mismo ocurrió en la jornada anterior en Sevilla y los de Luis Enrique lo pagaron con una derrota. Ayer los salvó Bravo abortando un mano a mano contra Javi Guerra y con una doble intervención providencial sobre remates de Guerra y Ebert. Sufrió el Barça, otra vez aquella sensación de castillo de naipes a merced de los elementos, y de nuevo apareció Neymar con el salvavidas cuando parecía que en cualquier momento iba a aparecer el empate a 2 en el marcador.
Se aferró a sus posibilidades el Rayo hasta el minuto 69, cuando Neymar volvió a desatarse y remachó a gol un disparó de Suárez que había despejado Toño. Un minuto después el brasileño convirtió un regalo del delantero uruguayo y acto seguido Suárez firmó el 5-1 a centro preciso de Neymar. Lo tuvo más cerca que nunca y salió goleado como siempre del Camp Nou el orgulloso Rayo, que arregló el marcador con una diana de Jozabed a última hora.