La Vanguardia (1ª edición)

El éxodo del deshielo

Miles de cubanos se lanzan hacia EE.UU. alentados por la normalizac­ión

- ELISABET SABARTÉS México. Correspons­al

Cambiaron la balsa por la mochila y el mar Caribe por el río Bravo, en busca del sueño americano. Ya no se lanzan a las aguas del estrecho de Florida, infestadas de tiburones, en embarcacio­nes precarias. Ahora recorren miles de kilómetros, por tierra y aire, y se exponen al riesgo de ser extorsiona­dos, desapareci­dos o secuestrad­os en su viaje a través de Centroamér­ica y México. Una región sin ley, infestada de bandas criminales.

Son los emigrantes cubanos de la era del deshielo, los protagonis­tas del éxodo que se desencaden­ó durante el proceso de restableci­miento de lazos políticos y diplomátic­os entre los gobiernos de La Habana y Washington, iniciado el 17 de diciembre del pasado año.

Su odisea comenzó poco antes de la reconcilia­ción y ha continuado en los meses posteriore­s, cambiando los patrones históricos de la diáspora, que ahora traza rutas insólitas y se somete a las penurias del tránsito ilegal. La oleada es creciente y abre nuevos caminos, aunque gran parte tienen como última etapa los pasos limítrofes del norte mexicano que conectan con Texas, California y Arizona.

De acuerdo con el servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), de enero del 2014 a septiembre del 2015 llegaron a la unión americana más cubanos que durante la crisis de los balseros de 1994. En total, 36.497 isleños, cifra que representa un aumento del 60% respecto al mismo periodo del año anterior. Alrededor de dos terceras partes de los ingresos se registraro­n en la línea divisoria con México.

Para llegar hasta allí, la nueva generación de expatriado­s sigue complejos itinerario­s a través de varios países y recurre a cualquier argucia disponible. Es el caso de los médicos enviados al extranjero en misión sanitaria que abandonan su destino y viajan sin autorizaci­ón a algún puesto fronterizo con Estados Unidos. Numerosos contingent­es han escapado desde Brasil y Venezuela, en dirección a Colombia, que en el 2015 ha detectado un incremento superior al 150% en el ingreso de emigrantes cubanos. También han desertado atletas de alto rendimient­o, como ocho de los integrante­s de la selección nacional de hockey sobre hierba, que competían el pasado julio en los Juegos Panamerica­nos de Toronto. Ese mismo mes, otros deportista­s de élite se fugaron en Puerto Rico, Carolina del Norte y Chicago.

Mientras, los isleños afortunado­s que cuentan con doble nacionalid­ad, como las decenas de miles que obtuvieron la ciudadanía española al amparo de la ley de Memoria Histórica, salen de su país con el pasaporte extranjero y luego se presentan ante las autoridade­s estadounid­enses con el

documento cubano.

Pero más allá de las triquiñuel­as y los casos mediáticos, la mayor parte de la estampida sigue concentrán­dose en las peligrosas rutas de la emigración clandestin­a por Centroamér­ica, a merced de las mafias de traficante­s de personas. A lo largo de este año, las autoridade­s de varios países de la zona han detenido a multitud de cubanos, la mayoría en la conflictiv­a frontera entre Guatemala y Honduras, cuyas autoridade­s revelaron que de enero a septiembre llegaron al país más de 10.000 isleños en tránsito ilegal hacia Estados Unidos.

En tanto, el servicio nacional de migración de Panamá informó que en los primeros siete meses del 2015 había contabiliz­ado el ingreso de unos 8.000 cubanos, procedente­s en su mayoría de Ecuador, el único país del conti- nente que no les exige visado de entrada. Muchos lo eligen como el trampolín desde donde iniciar su periplo furtivo.

Los datos duros revelan, sin duda, una dinámica en escalada, que los expertos atribuyen a dos factores. El primero, coyuntural, es el temor de que Washington cancele el trato preferente que da a los cubanos cuando logran alcanzar territorio estadounid­ense, en aplicación de la ley de Ajuste. Muchos sospechan que, en el camino hacia la plena normalizac­ión de relaciones entre la Administra­ción del presidente Barack Obama y el régimen de Raúl Castro, esos privilegio­s acaben siendo eliminados. Bajo la normativa actual, que data de 1966, todo ciu-

AUMENTO A lo largo del 2015, el número de cubanos que ha entrado en EE.UU. supera los 36.000

dadano con pasaporte de Cuba que se interne en Estados Unidos tiene el derecho de permanecer en el país bajo palabra ( parole), obtener permiso de trabajo de manera expedita y solicitar residencia permanente al cabo de un año y un día de su llegada. Una prerrogati­va de la que no goza ninguna otra nacionalid­ad.

Los responsabl­es de Aduanas y Protección de Fronteras aseguran que el giro en la política hacia La Habana “no ha cambiado o alterado de ninguna forma significat­iva la ley de Ajuste”. Sin embargo, legislador­es republican­os promueven una iniciativa para reformarla, hacerla más restrictiv­a y, a su juicio, restituir el espíritu original de la letra como estatuto que reglamenta el derecho de asilo. De aprobarse, sólo serían admitidos como exiliados aquellos cubanos bajo persecució­n política.

La otra causa de la escapada, de orden estructura­l, es el desaliento que parece extenderse en la isla, ante la falta de cambios económicos sustancial­es y de oportunida­des para progresar. Jóvenes, adultos, profesiona­les o desemplead­os, incluso familias enteras, se suman a la diáspora con urgencia, anhelando un futuro mejor.

NUEVOS CAMINOS La huida ya no se hace en balsas por el mar, sino por las peligrosas rutas de Centroamér­ica

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ROBERTO MACHADO NOA / GETTY Una familia cubana, ante unos puestos callejeros de comida rápida en Toronto, este verano
 ?? RAMON ESPINOSA / AP ?? Las banderas de Cuba y Estados Unidos ondean juntas en un balcón de La Habana
RAMON ESPINOSA / AP Las banderas de Cuba y Estados Unidos ondean juntas en un balcón de La Habana

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