La Vanguardia (1ª edición)

La incertidum­bre y el temor a perder el 20-D se extiende en las filas del PP

Con los datos actuales no llegarían a los 150 escaños que les garanticen gobernar

- CARMEN DEL RIEGO Madrid

Los datos no son buenos, y sobre todo son muy cambiantes, aunque en todas las encuestas que poseen el PP gana las elecciones, con alrededor de un 27% de los votos. El problema es que ese porcentaje, traducido a escaños, no garantiza al PP los 150 diputados que los populares creen que les aseguraría­n gobernar, pues con ese resultado ya sería muy difícil conformar un gobierno alternativ­o. Se necesitarí­a unir a todos los demás partidos.

Con estos datos, y la necesidad de frenar a un Ciudadanos, que sigue al alza y robando votos al PP, el miércoles, cuando se publicaron las declaracio­nes del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en las que criticaba a Margallo y reprochaba al PP su actitud, no sólo la sorpresa se adueño del partido, sino que la incertidum­bre empezó a reinar, al comprobar con sus propios ojos que lo que veían en los periódicos reflejaba la realidad, y se dispararon las especulaci­ones.

Entre ellas cobró fuerza, y habrá que ver si Mariano Rajoy ha conseguido frenarla, la idea de que lo que ocurre es que en el PP y en el Gobierno ya dan por perdidas las elecciones, o al menos el Gobierno, y por eso se permiten hacer lo que parecía imposible en el partido y en un Ejecutivo presidido por Rajoy: que cada uno vaya por su lado, y cada uno ajuste cuentas antes de irse a su casa.

Lo ocurrido esta semana no sólo son las críticas de Montoro y la tardía respuesta de Margallo, alargando así la crisis, sino también la dimisión de la hasta el miércoles presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, o el anuncio de retirada, con crítica incluida a Rajoy, de la diputada más cercana a José María Aznar. Y para muchos sectores del PP, el cúmulo de cosas que se han ido sucediendo estos días sólo puede ser producto de que algunos ya están pensando en su adiós, como el que ya anunció esta mis- ma semana Luis de Guindos, sin importarle­s lo que queda atrás, los diputados y senadores, los dirigentes del partido, los cuadros medios, y las bases, que van a tener que estar ahí, peleando por obtener un escaño, creyendo que a los ministros no les importa su suerte, sino sólo sus carteras.

Por eso también algunos hechos de la última semana, y quizá de la anterior, han cobrado especial trascenden­cia y han sido interpreta­dos en clave electoral y personal, cuando en otras circunstan­cias no hubiera ocurrido así. Se trata, sobre todo, del incremento de la presencia pública de la vicepresid­enta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en actos de distinta índole, como no había tenido hasta ahora, pues había desarrolla­do una labor más de despacho que de presencia pública. Así se interpreta ahora su baile en el programa de televisión El hormiguero, que ha mejorado su imagen entre los ciudadanos. Pero no sólo fue eso. En poco más de una semana, a Santamaría se la ha podido ver llevando la voz cantante en el Congreso, en el acto del Grupo Popular para hacer balance de legislatur­a; también visitando un hospital en Madrid, con el ministro Rafael Catalá, con motivo de la entrada en vigor de la inscripció­n de los nacimiento­s en el Registro Civil; inaugurand­o en Zamora unas jornadas sobre igualdad en el medio rural, o visitando con el ministro de Educación a un centro de Formación, con motivo del inicio del curso.

En el PP cunde el desconcier­to y se preguntan a qué están jugando todos. Vieron con buenos ojos que el autodenomi­nado G-8, un grupo de ministros con Margallo, Pastor y Fernández Díaz a la cabeza, haya decidido no reunirse para no crear problemas, desde que Rajoy les pidió suspender una cena convocada tras los malos resultados de las municipale­s, de mayo. Con ese flanco parado, y con Cospedal de nuevo al frente del partido, desde septiembre, nadie entiende por qué Cristóbal Montoro, que junto con la vicepresid­enta son la antítesis del G-8, ha pegado ahora, a dos meses de las elecciones, un golpe en la mesa.

PROMOCIÓN Sectores del PP han visto los actos de la vicepresid­enta como una campaña personal

EL GRUPO DE LOS 8, HIBERNADO Los ministros no afines a Santamaría evitan reunirse desde mayo para ahorrar problemas

 ?? ISMAEL HERRERO / EFE ?? El ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, llegó al cónclave de Toledo con su mujer y el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso
ISMAEL HERRERO / EFE El ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, llegó al cónclave de Toledo con su mujer y el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso

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