Un pacto imposible
La negativa del PSC y del PP catalán a explorar puntos de encuentro no logra que Rivera cese en su empeño de proponer en Catalunya un pacto como el que, en Euskadi, permitió al socialista Patxi López ser lehendakari con el apoyo del PP de Antonio Basagoiti. A principios del 2013, a rebufo de una encuesta que indica que C’s podría ser la tercera fuerza política de Catalunya si se celebrasen comicios autonómicos (primer partido entre los no independentistas), Rivera decide formalizar esa petición de pacto y enviar sendas cartas con el mismo texto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, solicitando una reunión para explorar la “construcción de un gobierno catalán” respetuoso con la Carta Magna y que tenga como prioridad “la convivencia” entre catalanes, así como entre estos y los ciudadanos del resto de España.
La misiva reza así: “Ante la situación que se vive en Catalunya, desde Ciudadanos queremos conseguir un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas anteponiendo a los legítimos intereses partidistas el interés general, defendiendo la necesidad de fortalecer la unión entre todos los españoles y asegurar así la prosperidad y la convivencia pacífica de todos los ciudadanos. Con objeto de poder exponerle personalmente nuestra visión sobre la actual situación y conocer de primera mano su posicionamiento, hablar sobre las posibles soluciones a aplicar y sobre la posibilidad de alcanzar acuerdos entre nuestros partidos que permitan revertirla, le solicito mantener un encuentro lo antes posible”.
Ni Rajoy ni Rubalcaba responden personalmente a esa propuesta. Prefieren utilizar a sus portavoces de confianza para darle un portazo en las narices a Rivera, quien interpreta este gesto como una expresión del temor que despierta el auge de la alternativa naranja en Catalunya entre socialistas y populares, quienes, asimismo, dejarían la puerta entreabierta a un hipotético pacto con CiU en el Congreso. La respuesta a la misiva por parte del PSOE llega de la vicesecretaria general, Elena Valenciano, una de las arquitectas junto con Antonio Balmón (PSC) de la declaración federal de Granada. Esta manifiesta que no tie- nen nada de que hablar ni con C’s ni con el PP sobre la cuestión catalana. Por parte del Gobierno, es el jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, el que, por escrito, invita muy cortésmente a Rivera a que se ponga en contacto con la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, res-tringiéndole al perímetro autonómico: “Le escribo en relación con la reciente carta que ha remitido al presidente del Gobier- no en la que muestra su interés por mantener un encuentro con el objeto de buscar posibles acuerdos entre nuestras fuerzas políticas. En nombre del presidente le agradezco muy sinceramente su disposición al diálogo. Desde el Gobierno compartimos que esta es una herramienta imprescindible para buscar soluciones a los retos a los que nos enfrentamos como país, actuando siempre desde la responsabilidad, dentro de nuestro marco legal y con la mayor lealtad insti- tucional. Por todo ello, estimamos de gran valor su ofrecimiento y le invito a que canalicemos dicho diálogo a través de nuestros respectivos partidos en Catalunya”.
Ante el diplomático desprecio de que es objeto por parte del PP, el líder de C’s da por finiquitado el diálogo entre las dos fuerzas, lo que le vale la crítica de Sánchez-Camacho, que achaca al narcisismo de Rivera la falta de acuerdo entre PP y C’s. “Sorprende —dice la entonces líder popular en Catalunya— que dé por roto el diálogo con el PP porque no tiene esa reunión con Rajoy. Es el momento de abandonar los personalismos, tener más responsabilidad y humildad para defender desde Catalunya un proyecto común y la unidad de España”.
Meses después de ese doble portazo, y tras los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de mayo del 2015, la predisposición de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, nuevo líder del PSOE, a verse con Albert Rivera es otra, puesto que populares y socialistas necesitan ahora el apoyo naranja.
El 12 de junio, Rivera regresa a Madrid, esta vez en secreto —su agenda pública no recoge el viaje— y sin la caravana de medios de comunicación que le acompañan desde que es uno de los referentes de la nueva política, para entrevistarse con Sánchez, primero, y con el presidente Rajoy, después. El líder de C’s ve cumplido así un viejo anhelo, y aunque los dos encuentros giran sobre los posibles pactos post 24-M Rivera traslada al líder del PSOE y al presidente del Gobierno su proyecto de trabar una alianza constitucionalista en Catalunya.
La entrevista con Sánchez, una primera toma de contacto después de varias conversaciones telefónicas, con las negociaciones sobre la presidencia de Andalucía como telón de fondo, dura alrededor de dos horas, y sirve para que Rivera concluya que el secretario general del PSOE “no es un animal político”. Ante el líder de C’s, el socialista se muestra dubitativo y se limita a asentir con la cabeza cuando Rivera le insiste en “la gravedad” de lo que está pasando en Catalunya.
No se trata, intenta hacerle ver, de forjar una alianza electoral, sino de impulsar una alternativa al independentismo si, tras el 27-S, la suma de escaños de C’s, PSC y PP así lo permite. Rivera incluso le ofrece a Sánchez el apoyo naranja en caso de que la lista del PSC supere a la de C’s y el PP, y le exige, eso sí, reciprocidad. Pese a la cercanía generacional, la química entre los dos dirigentes es escasa. No obstante, hay un vínculo, bien que casual, entre ambos: la jefa de comunicación del líder del PSOE es Verónica Fumanal, que trabajó junto a Rivera en los primeros años de C’s, desempeñando un papel decisivo en su proyección mediática.
Al término del encuentro con el secretario general del PSOE, Rivera se dirige a la Moncloa para almorzar con el presidente Rajoy. Es su primer cara a cara, acordado una semana antes en conversación telefónica por el jefe de Gabinete del presidente, Jorge Moragas, y el vicesecretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas.
La reunión está envuelta en tal sigilo que incluso coge por sorpresa a algunos de los colabora-
El 12 de junio del 2015 Rivera acude a Madrid para verse en secreto y por separado con Rajoy y Sánchez El auge de C’s en los sondeos abre por primera vez las puertas de la Moncloa y Ferraz a Rivera Rajoy y Sánchez no mueven ficha ante la propuesta de Rivera de sumar fuerzas para frenar al separatismo
dores de Rajoy. Durante cerca de tres horas, ambos dirigentes analizan el posible escenario catalán tras las elecciones del 27-S, y Rivera vuelve a trasladarle su convicción de que sólo un pacto a tres con los socialistas frenará el soberanismo.
Frente a este planteamiento, Rajoy se muestra mucho más comprensivo que Sánchez y reconoce que la debilidad del Partido Popular en dicha comunidad obliga al entendimiento. A lo que añade: “Tenía ganas de conocerte, pero los del PP catalán no querían que te viera”.
Ese día, Rivera se refiere en Twitter a ambas entrevistas: “Hoy me he reunido con el presidente del Gobierno de España y el líder de la oposición. La nueva etapa que vive España implica cambios y diálogo”.
La alianza postelectoral de las tres fuerzas, a las que en ese momento parece que podría sumarse Unió tras su divorcio de Convergència, vuelve a ponerse sobre la mesa antes de las elecciones catalanas del 27 de septiembre. La oferta, verbalizada esta vez por Inés Arrimadas y Xavier García Albiol, se topa con el n de los socialistas catalanes. “Nosotros queremos votar a un presidente de izquierdas y ni Arrimadas ni Albiol lo serán con nuestros votos”, sentencia el primer secretario del PSC, Miquel Iceta.