Del precio de la carne humana
Una de las empresas más importantes del país, multinacional, decide externalizar uno de sus departamentos tecnológicos más importantes. Se lo encarga a otra importantísima compañía, con experiencia en el sector. Esta recorre a una tercera empresa, una ETT de lujo, que contrata a un buen número de ingenieros y titulados superiores. Sueldo: 1.200 euros, pagas extras incluidas.
Uno de los departamentos de la Generalitat decide externalizar una de sus áreas, también del ámbito tecnológico. Hace el correspondiente concurso, etcétera. La empresa ganadora rápidamente busca los servicios de la ya mencionada ETT de lujo. En este caso el sueldo, de nuevo para titulados superiores, es de 857 euros, todo incluido.
Uno de los centros de investigación más importantes del país recibe cada vez más encargos privados que permitan amortizar la ingente inversión de dinero público en una instalación que debe ser promesa de investigación y desarrollo. Quizá también de trabajo calificado y de calidad. Pero no es así ya que, a la hora de contratar los ingenieros necesarios, entra en juego de nuevo la intermediaria ya mencionada. Sueldo: 1.500 euros.
Ya sé que no se escandalizan. A estas alturas todos sabemos los sueldos de miseria
Del lomo de este trabajador comerán la ETT, la empresa subcontratada y la casa madre beneficiaria de sus servicios
que se pagan en este país, incluso siendo licenciado o técnico superior. Pero ¿y si les cuento que en estos tres casos las empresas donde trabajan los contratados pagan por ellos a los intermediarios entre el doble y el triple del sueldo que reciben? Les puedo asegurar que los tres casos son reales y también que no son excepcionales. Hemos hecho realidad el delirio de los hermanos Marx y su parte subcontratante de la primera parte. Seguro que todos firman estos contratos muertos de la risa.
Hace días que seguimos con preocupación el conflicto de la leche: los ganaderos se están enfrentando al lobby de las grandes industrias que, unidas en cártel, se empeñan en pagarles la leche por debajo del precio de producción y en utilizar trucos y trampas para evitar cumplir la ley. Ni que sea la simple ley del mercado.
Hace años que sabemos que estafan al primer sector. Que del precio que pagamos por las judías, los tomates o las patatas les llegan unos escasos céntimos, insuficientes ante imprevistos, heladas, enfermedades o catástrofes similares.
Pues bien, felicitémonos. Debe de ser un triunfo de la democracia que hayamos conseguido que esta situación injusta y abusiva afecte ya a todos los sectores productivos y laborales. Como mínimo no se ha perdido el sentido del humor. Eso sí, negro, negrísimo. ¿Saben cómo llaman a estas ETT en los foros de los que buscan trabajo? Cárnicas. Sencillamente porque trafican con carne al peso. Tanto da que sea solomillo, lo pagarán a precio de hamburguesa barata. Eso sí, del lomo de este trabajador comerán la ETT, la empresa subcontratada y la casa madre que se beneficiará de sus servicios.
¿Y qué hace el titulado superior con su magro sueldo? Pues quedarse en casa bien contento porque forma parte de la imparable recuperación económica y contribuye, él solito, a enriquecer a dos o tres empresas simultáneamente. Digo en casa, seguramente la de los padres, porque trabajo le costará llegar a final de mes. No se puede tener todo.